Pero pensandolo bien, ahora, no me sorprende. Tiene que ser muy duro, a solas en la habitación, a última hora del día, reconocer que el proyecto vital ha fracasado. No solo porque los sueños de la juventud se dan de bruces con la realidad-requisito imprescindible,pero doloroso- para entrar en la madurez. El que más y el que menos hemos pasado por ello. Pero, en el caso de que esto ocurra, lo que hay que hacer es reflexionar, dejar de priorizar los sentimientos frente a los razonamientos. E irse a casa.
Lo demás es engañarse. Empeñarse en defender, contra viento y marea, los errores del pasado no es sólo ridículo. Es trágico.
Estoy convencido de que ninguno de los que lucharon contra Franco, lo hicieron para traer esto. Que no es una democracia. Es una Urdangaríncracia
Los lectores de esta entrada me perdonarán el error del título de esta entrada. Debería llamarse Urdangaríncracia. Es lo que tiene escribir en estado de indignación. Os pido perdón. Por el error gramatical, no por el fondo
ResponderEliminar