Aquiles fué un niño feliz. Creció entre el amor de su madre y la admiración por su padre. Se le puso el nombre del héroe legendario pues su familia tenía grandes proyectos para él. Pero la prematura muerte de su madre lo cambió todo. Al dolor por la muerte de la persona que más quería se le sumó el abandono por los suyos, solamente unidos por su madre. Su mundo se vino abajo y él reaccionó mal. Desanimado, dejó de lado su entrenamiento militar. Unicamente la llamada de su rey a las armas, consiguió movilizarlo. Con este entró en combate contra los persas, que había que frenar a toda costa. Pero en lo más encarnizado del combate su Rey le ordenó llevar un mensaje de ayuda a la Liga Helénica. Cuando se disponía a cumplir la orden de su monarca, una flecha persa, que no vió venir por su desentrenamiento,se le clavó en la zona derecha de la cabeza. Debilitado por el dolor casi no llega a la tienda del médico, donde entró en coma. Así estuvo, frecuentemente visitado por su amiga Safo, hasta que los médicos, y lo que Safo le dijo, lo sacaron de este estado. Pero ya no controlaba una mitad de su cuerpo. Intentó recuperarse, animado por Safo, en vano. Esta le buscó el mejor médico de Esparta y, junto con un amigo común, lo visitó frecuentemente. Pese a que la distancia entre la casa de ésta y el lugar donde Aquiles se recuperaba era grande, no dejó de acudir lo más frecuentemente que pudo. Otro apoyo era una amiga con la que se comunicaba frecuentemente por vía epistolar. Pero a pesar de esto Aquiles se sentía solo. Sin embargo su condición de espartano lo ayudó a seguir. Poco a poco fué mejorando hasta que, contra la opinión de supuestos expertos médicos, pudo mover lo suficiente su lado paralizado para ir a buscar a Safo, que todavía lo estaba esperando. Con ella se fué ,lejos de Esparta, hacia la felicidad
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