Como habreis podido comprobar, la tarde de ayer no me he conectado,con vosotros, a través del blog. El motivo es claro. Y espero que así lo compredais.
Recién levantado de la siesta me esperaba una sorpresa. Mis amigos de Coruña; Fina, Jose Ramón, Carmen y Brais habían venido a verme.¡Y Fina me trajó un regalo-tres libros-.
Estos amigos fueron compañeros de trabajo en el Museo de Belas Artes de Coruña donde trabajé. Excepto Brais, que es hijo de Carmen. Este fué uno de los centros de trabajo donde menos tiempo pasé.Pero fué una época maravillosa. No solo por la facilidad que tuve para recuperarme de un pié recientemente operado, si no por el gran ambiente de amistad que se respiraba entre nosotros. Ese ambiente que, tras recorrer 140 kmts, me trajeron con ellos desde Coruña. Estos son amigos de los que permanecen, de los que no se retiran en los malos momentos. Son amigos, en suma, de los que hay que conservar siempre. Los que dan sin esperar recibir. Amigos para siempre. Todavía me deleito recordando su visita. Por eso no me tuve que refugiar, con mi soledad, en el blog.
Y esta tarde he terminado la magna obra de Ken Follett-que será oportunamente analizada. Pero ya tengo aquí los libros-regalo de Fina-cuyo obsequio no pudo ser más oportuno-. Se trata de Las Puertas de Fuego de Steven Pressfield, La Lucha por Tierra Santa de David Nicolle y Los Guerreros de Cristo. Templarios de Helen Nicholson.
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