Todo el mundo se preocupa. La mayoría se espanta - Rusia tiene armas nucleares -. Pero nadie parece dispuesto para aprender, en cabeza ajena, de los golpes.
Me refiero a lo que está ocurriendo en Ucrania.
Algunos, a mi parecer, necios pretenden equipararlo con lo que ocurre en España.
La relación histórica entre Rusia ( Ortodoxa ) y Ucrania ( Católica ) siempre fué complicada. La pequeña Ucrania fué, siempre, apetecida por el imperialismo zarista ruso - que los zares rojos soviéticos heredaron -.
Lo que para unos era un expansionismo religioso, para otros se convirtió en una apetecible opción estratégica ( Con Sebastopol como nueva base - en Crimea - de la Flota Soviética).
Es un conflicto con una herencia complicada al que Putin ( antiguo coronel de la KGB ) aporta lo peor de su ambición - rusa y exsoviética.
A esto se suma que Rusia es una potencia nuclear y económica. Así, uno de los principales suministradores de petróleo ( y sus derivados ) de Occidente, se ve impune para imponer sus ambiciones territoriales a otro país - histórica, cultural y religiosamente distinto.
En el caso español es distinto. Cataluña es España desde el principio de esta como nación. Ya antes, durante la unificación de los reinos de Castilla y Aragón, Cataluña ( mejor dicho, el Condado de Barcelona ) formaba parte de la herencia de la Monarquía Aragonesa.
Y, además, no fué hasta la pérdida del monopolio colonial por parte de la burguesía catalana - Cuba, por ejemplo, que el nacionalismo catalán cobró auge.
Esta es una reflexión que, junto con lo nefasto de las pasiones religioso - nacionalistas, nadie parece tener en cuenta. Por eso tenía que escribir esto. A modo de reflexión.
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