Se hizo famoso, en España, criticando la actitud de la justicia militar en el proceso por el 23-F. Esto le granjeó - en principio - la simpatía de la izquierda . Simpatía que se fué agriando cuando el periodista lideró la investigación sobre el terrorismo de estado y otros escándalos de corrupción. El PSOE nunca se lo perdonó. Su campaña contra el gobierno fué una ayuda imprescindible para el PP. Sin la denuncia de la corrupción, por parte de El Mundo de Pedro J., nunca hubieran ganado las elecciones.
Rompió el monopolio felipista-polanquista sobre la información. E, involuntariamente, cavó su tumba profesional. Cuando el PP heredó ese monopolio, en vez de desmontarlo, lo puso a su servicio.
Ese aparato del Estado ( intacto desde el franquismo ) fué el que montó una campaña contra Pedro J. a cuenta de ciertas actividades íntimas del periodista. Pero Pedro J. no se calló. Siguió hasta dar con los huesos de un general de la Guardia Civil - y los de todo un Director de Seguridad del Estado - en la cárcel.
Por eso se ganó las simpatías del PP ( entonces en la oposición). Pero el caso Bárcenas y sus informaciones sobre el Caso Urdangarín, desataron la tormenta perfecta. La derecha política ( aliada con la económica) consiguió lo que el felipismo no había podido: quitarse de encima a Pedro J.
Con esto demuestran dos cosas:
- Que, como temíamos, no creen en la libertad.
- Que, como temíamos, son tontos. El día en que no sean útiles a la derecha económica - como ocurrió durante el felipismo - volverán a dejarlos colgados. Y, entonces, ya no habrá periodistas dispuestos a enfrentarse a un poder al que nunca volverán. Ellos mismos.
Pedro J. Ramírez |
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