Tranquilos. Ni Goodman ha resucitado ni se ha convertido en un pirómano. Lo que sucedió anoche es que un servidor tuvo el privilegio de acudir a uno de los mejores conciertos de Jazz que había presenciado.
De la mano de Ken Peplowski (Cleveland 1959) y de la orquesta de Peter Long se produjo un hecho del que yo había oido hablar y que los flamencos denominan "duende". Se da el concierto perfecto.
Un clarinete solista, Peplowski, discípulo del "rey del Swing" y compañero de Peggy Lee o Rosemary Clooney, que se convirtió, anoche en un medium para que surgiera el mejor Goodman.
Una orquesta- Big Band- de veteranos como el indescriptible batería Richard Pite- de quien el propio Gene Krupa estaría orgulloso- o el vibrafonista Alan Grahame- todo un alegato a favor de retrasar la edad de jubilación. ¡Que tio!,¡Que energía !. Estuvieron acompañados, solo en parte desgraciadamente, de la glamurosa Joan Viskant.
Este prodigio tuvo su inicio en uno de los aniversarios del mítico concierto de Goodman en el "Carnegie Hall" de Nueva York, en 1938. El repertorio de la "Big Band" que se reunió con tal ocasión es el que desgranaron ayer en el Palacio de la Ópera, calentándolo poderosamente. También supuso un repaso a la obra de Ellington, de Gehrswin y de los gigantes de los "standards"
Reconozco mi debilidad por el Jazz de las "Big Bands", al que accedí gracias a las películas de cine negro y bélicas. Esas en las que el trompetista se busca la ruina al enamorarse de la cantante, que es la protegida del gangster. O esas en las que una "Big Band" de la Fuerza Aerea ameniza un baile en una base de bombarderos B-17 en la que el piloto protagonista baila con la chica de sus sueños horas antes de ser derribado sobre Alemania.
Lo que no imaginaba es la fuerza de la "Big Band" en directo. Tanto en la progresión de sus secciones (saxos, trompetas y trombones) como en el pulso de su parte rítmica ( reforzadisima en esta ocasión con guitarra y vibráfono). Cuando toda la banda entraba al tiempo la sensación era maravillosa, euforizante, mágica. Lo dicho, ayer Benny Goodman quemó La Coruña y yo estuve allí para verlo. Y lo hice, además acompañado de buenos amigos, que es como hay que hacer estas cosas.
Una de las últimas orquestas de Goodman, en la que tocaba Peplowski
Sin duda amigo,fue de esos maravillosos dias para tener en la memoria y mezclarse entre los recuerdos de esa hermosa musica que nos transporto a la esencia de los años 40'.
ResponderEliminarGrandes,grandes,muy grandes.
Y para mi tambien ha sido un enorme placer haber compartido esta delicatessen con tu agradable compañia.
Lo mismo digo, amigo.Por cierto que tu blog no me deja publicar comentarios.Revísalo a ver que pasa.
ResponderEliminar¡¡¡Fabulosoooooooo!!!
ResponderEliminarEl mejor concierto de jazz de la temporada, y que tenemos que agradecer a la Fundación Barrié.
Fue un concierto vibrante, de esos que te dejan el alma renovada para mucho tiempo.
Yo creo que los que dicen que no les gusta el jazz claudicarían ante un concierto como el que tuvimos la dicha de escuchar el pasado viernes.
¡Que felicidad!
Querida Chela: Me alegro de que coincidamos, una vez más. Sobre todo en ocasiones memorables como esta.
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