Es de noche. Las cortinas están echadas y la luz apagada. Sin embargo
los veo ahí. A penas a un metro. Suspendidos en el aire, en formación cerrada. Acechan, esperan el momento, la señal, para abalanzarse sobre mí. Desprenden unos destellos amenazadores.Todo empezó hace unos días, en una de las cafeterías que me sirven de despacho, salón de reuniones, biblioteca incluso. Una amiga, en un momento de conversación me advierte: No sabes lo que me he comprado, no te lo vas a creer. Y mete la mano en su amplio bolso. Una advertencia para el lector masculino; Cuando una mujer mete la mano en el bolso cualquier cosa puede suceder. Cualquier objeto puede salir de tan insondable complemento. Y así fue. Con todo cuidado sacó un objeto ovalado, muy parecido a un canto rodado, metálico y de color plateado.
Entre divertida y discreta me dijo: ¿A que no sabes lo que es. El anillo del Señor de los idem no podía ser, el Santo Grial tampoco, la kriptonita no la recordaba así. Por lo tanto opté por rendirme-actitud prudente ante una pregunta femenina de la que no sabes la respuesta- y ella, soltando una risita dijo: Es un jabón metálico.
¡Tócate los c…..!. Toda mi vida creí que el jabón es esa cosa tradicional, espumosa, con la que lavarnos. Incluso admitiendo los geles y champús, aunque siempre de marca blanca, aún antes de la crisis. Pues no. Resulta que a un genio con un par de másteres, se le ha ocurrido pulir un trozo de metal y llamarle jabón metálico. Porque es eso, se lo juro, solo un trozo de hierro brillante. Yo me imagino al tipo con su bata blanca saliendo excitado de su laboratorio y corriendo hacia el despacho de su jefe al grito de :¡No os vais a creer lo que he inventado! ¡Nos vamos a forrar!.
Ante el gesto crecientemente escéptico que se dibujaba en mi cara, mi amiga se iba indignando, a la vez que se esforzaba por cantarme las propiedades del “trozo hierro” aquel. Que si era bueno para quitarlos los olores de las manos después de cocinar, sobre todo el olor del pescado. Y yo cada vez mas escéptico, recordando a mi madre y abuela con su eterno jabón lagarto.
En fin, que mi amiga desistió de sacarme de mis prejuicios. Pero desde aquel día, cada noche, cuando me duermo, sueño que un escuadrón de esas cosas ovaladas, forma ante mi , suspendido en el aire, en formación cerrada, acechando, esperando el momento, la señal, para abalanzarse sobre mí y hacerme pagar, de una vez por todas, mi escepticismo.
Ja,Ja,Ja, qué amigas tienes.....pero me imagino que son de las que te sorprenden, de las que te dejan sin palabras.... y mira que es difícil dejarte a ti sin las idem, pero claro luego llegas a casa y empiezas a barruntar sobre el asunto y lo largas aqui, en el blog, dónde todo tiene cabida....
ResponderEliminarPor cierto es verdad que viste alguna vez la kriptonita? Pués no creo que sea mas raro que ese tipo de jabón que yo tambien utilizo.
¿Tu también Egeria?.¡Santo Dios!. La invasión de los jabones metálicos ha comenzado..........
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