La vida, convencionalmente, transcurre - cronologicamente - jalonada por cumpleaños cada vez mas rutinarios y resignadamente cumplidos. Pero. de repente -como le ocurrió a la neuròloga Jill Taylor- un pequeño accidente cerebro-vascular puede producir un vuelco en todo eso.
Una queridísima amiga , al sucederme a mí el ACV, creyó que podría ayudarme su lectura. ¡ Y no podía acertar más!. A pesar de que el mío fué distinto al de Jill ( los hemisferios cerebrales afectados, y las secuelas, fueron diferentes ) y mis recuerdos del momento del ataque son- casi - inexistentes, su grito por recuperar las riendas de su vida me identifica totalmente. Además, su reflexión sobre el ACV (basada en su formación médica) me aclaró muchas cosas.
Ella tardó 8 años en recuperarse. Yo espero tardar mucho menos. Y, para ello cuento con una guía de lujo; con una obra de una experta en el tema, que lo sufrió en sus propias carnes.
Es, por ello, un libro que valoro especialmente - y más por la persona que me lo hizo llegar- y recomiendo a todos los que han padecido un ACV, a quienes quieren ayudarles. Y a los que - en general - se interesen por el tema . Su prosa científica no puede - ni pretende - ocultar su carga , fuertemente, sentimental y sabiamente emotiva,
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