sábado, 8 de febrero de 2014

Hacia La Muerte

- ¡ A ese hijo de puta me lo traen para acá!.
La voz del oficial resonó terrible en el abarrotado Estadio Nacional.
 Como terrible, y amenazador, surgió su dedo, apuntando a su indefensa víctima.
Esta, un hombre joven, con la cara desfigurada por las múltiples torturas, salió de entre sus compañeros de cautiverio empujado por el cañón de un M-16, empuñado por un asustado soldado.
 El preso cayó, de bruces, a los pies del oficial. Unos pies enfundados en unas brillantes y nuevas botas de fabricación estadounidense. Unas botas que, impulsadas por el odio, empiezan a golpear - ritmicamente - el cuerpo del cantautor campesino. Un cuerpo en el que el milico hundió sadicamente, una y otra vez, el cañón de su pistola. Esto hizo que su víctima cambiara-por un momento- su sempiterna sonrisa por un rictus terrible de dolor. El sádico uniformado gritó de júbilo, ¡Lo había conseguido!. Pero, enseguida, el cantautor volvió a sonreir. Como hacía siempre. La derrota había sido momentánea.
 El artista, en un momento de lucidez - entre el interminable dolor - recordó la máxima de otro escritor, que le gustaba, Podrán aplastarnos pero no vencernos. La bestia fascista, pensó, no le arrancaría la sonrisa ni las ganas de vivir.
 No se imaginaba lo que le iba a pasar. Torturado ante miles de presos, sus seguidores, le fracturaron las manos - a culatazos. Sin embargo fué el consuelo de muchos compañeros menos torturados que él. Porque él tenía la Poesía ( un arma que lo hacía imbatible. Eso lo hizo destacar entre los miles de machacados, humillados y ¨ condenados a muerte ¨ como él. ¡ Y no podía fallarles. Por eso lo soportó todo. Y, por eso,a los pocos días de entrar en la cloaca marxista (( como llamaban los oficiales golpistas al Estadio donde  lo metieron ) fué, junto a otros presos, fusilado. Y lo último que oyó, antes de entrar en la leyenda, era una voz - nunca supo si era su imaginación, o si era el homenaje de un compañero de sufrimiento. La voz cantaba esto :


                             
      Después una descarga cerrada puso fín a la tonada. Victor Jara había entrado en la leyenda.

Nota: Este relato va dedicado a mi Amanda, que se hizo mujer con las canciones de Victor Jara y que me enseñó a escucharlas.

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