Hasta la Segunda Guerra Mundial el Emperador del Japón "tenía" un origen divino y tradicional.
Según el Kojiki, el texto mas antiguo del archipiélago, originalmente había cinco parejas celestiales. La última era la formada por Isanaki e Isanami. Isanaki era el dios de la tierra y padre de Amaterasu, diosa del sol, de Tsukiyomi, dios de la luna y Susanoo, dios del mar.
Susanoo renunció a su condición y, antes de marcharse, visitó a su hermana Amaterasu. Esta se asustó por el ruido que hacía y lo atacó. Se enfrentaron en el Rio de la Tranquilidad. El sable de Amaterasu se rompió y de él nacieron tres diosas. De las joyas que lucía Susanoo nacieron seis dioses. Después Susanoo se vuelve loco y lanza un caballo desbocado contra su hermana. Amaterasu, presa del pánico, se suicida.
Amaterasu desciende, muerta, a una gruta y el mundo cae en las tinieblas. Los dioses, preocupados, buscan sustituto para el sol. La diosa Uzuma ejecuta una danza frente a los espejos mágicos y "despierta" a Amaterasu que sale de la gruta y ve su imagen en el espejo. La danza de Uzama es la inspiración de los bailes tradicionales japoneses.
Entretanto Ashimi, hijo de Susanoo, se convierte en el primer emperador de Japón. Amaterasu es proclamada soberana del cielo.
Amaterasu tiene su centro de culto en Ise Jingu (Isla de Hondo). Al final del otoño la sacerdotisa jefa de Hondo hace nudos con fibras de morera. Es la forma de acercarse a Amaterasu. Todavía hoy el Primer Ministro de Japón, después de ser investido, acude a Ise Jingu para dar a conocer la formación de su gobierno. La tradición exige que los templos de Hondo se reconstruyan cada veinte años- la última vez fué en 1993, la número 61- Allí se conserva el espejo que despertó a Amaterasu.
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