Era tarde. Faltaba poco para que me vinieran a buscar. Y allí estaba yo, recién duchado, todavía en albornoz, mirando a aquel esmoquin que descansaba, enfundado en plástico , sobre mi cama. Era un regalo de mi editorial, como también lo era aquella invitación a una exclusiva fiesta de fin de año.
¡Y que año!. Todavía no habia podido asimilar el éxito de mi primer libro. ¡Tantos años dándole vueltas en mi cabeza y ahora, que lo había publicado era número uno en todas las listas!. Lo que peor llevaba era la popularidad. La foto de la contraportada inició una fiebre de entrevistas, coloquios, fiestas, que no comprendía.
Bienvenido a la fama- me recordaba mi agente literario-.
Una música lejana me sacó de mi ensoñación. Del otro lado de la pared llegaba.......Si, ¡Era Billie Holiday, sin duda!, cantaba "Solitude" con su cadencia mágica y desoladora. También me pareció oir unos sollozos.
En fin, como todavía no conocía a nadie en mi nuevo apartamento, seguí a lo mío. Mientras me vestía , y ya que estrenaba esmoquin, puse la grabación de la actuación del "Rat Pack" en el "Sands" de Las Vegas.
Intentaba imitar a Dino, frente al espejo del pasillo El chófer llamó al timbre. Bajé y entré en una limusina por primera vez en mi vida. Enseguida llegamos al hotel. Un camarero me ofreció una copa de Champán y un grupo de fans- porque yo ahora tenía fans- se abalanzó sobre mi. Hubo de todo, besos, abrazos, pellizcos, pos-its con teléfonos, hasta una nota de la mujer de mi agente para encontrarnos en el baño.
Conforme pasaba la noche me iba aburriendo más y más. Solo la compañía de un colega ya acabado, que había sido estrella literaria en los lejanos ochenta, me alivió. Entre sabias reflexiones de muñeco roto alcoholizado y un impresionante repertorio de rancheras, blues, tangos y música de "la movida", fué transcurriendo aquel baile de máscaras.
Al final me fuí solo a casa, huyendo de aquella jungla de botox y silicona, un tanto deprimido y muy bebido. El chófer me dejó en la puerta y se despidió con un hastiado saludo. Abrí como pude la puerta y en el suelo del pasillo pisé un papel. ¿que hacía un papel allí?. Ahora que tenía servicio de limpieza me había vuelto mucho mas exigente con el orden.
La nota decía: "Soy tu vecina.Cuando llegues dame un toque". Llevado por mi curiosidad de escritor y excitado por el alcohol, lo hice.
Enseguida se entreabrió la puerta. El pasillo estaba oscuro y en el ambiente flotaba una melodía maravillosa y conocida; "Lover man" interpretada por Ella Fitzgerald. Entré.
Y allí estaba ella. Una mujer de una edad difícil de determinar. Desde luego no era una niña, pero su cuerpo todavía era muy atractivo. Morena, de pelo largo, brillante. No era muy alta pero sus proporciones eran perfectas. Llevaba unos zapatos negros, de aguja. Iba enfundada en unas medias negras que harian las delicias del mas exigente fetichista. Estas iban sujetas por un liguero del mismo color, de satén. Nada cubría su sexo, cuyos labios aparecían desafiantes , sin rastro de vello. Su vientre era plano y se movia, como sus perfectos y no muy grandes pechos, encerrados en un provocador corsé, al ritmo de su respiración anhelante. Sus labios rojos, muy rojos, solo pronunciaron una palabra...¡Ven!, mientras extendía hacia mi las manos mas finas y sensuales que había visto nunca.
La atraje hasta mi. Y la besé. Entonces aquél volcán rojo despertó y comenzó, freneticamente, a devorarme , mientras su lengua buscaba en el interior de mi boca. Mi respiración entrecortada era respondida por sus gemidos, gatunos y urgentes. Entonces me cogió de los hombros u me obligo a agacharme hasta sus pechos, que liberé de sus copas. Lamí y mordisquee los pezones arrancándole mas gemidos, que subían de volumen con su placer. Reccorrí, después su vientre con mi lengua, parándome en el ombligo, lo que le gustó.
Mientras sonaba "Hoochie Coochie Man" de Moody Waters. enterré mi cara en su sexo, recorriendo con la punta de la lengua su contorno, introduciéndola levemente, probando su delicioso sabor, hasta que, asiendo sus nalgas firmemente con mis manos, me dediqué a dar suaves golpes con mi lengua, cada vez mas rápido, a su clítoris. No tardo en correrse, tirando fuertemente de mi pelo.
A continuación me tiró en la cama y, con una risa de satisfacción, me desnudo. Al ver mi miembro a punto de estallar, volvió a ronronear. Con una voracidad sorprendente lo metió en la boca y sujetando mis manos con las suyas, me regaló el mejor sexo oral que jamas había tenido. Después, y al ver que mi erección no cedía, se montó sobre mí.
Lo que siguió fué una sucesión de locura, deseo descontrolado, una catarata de lujuria liberada.
Rompía el primer amanecer del año cuando me desperté. Con la cabeza de plomo y la boca de cemento, intenté incorporarme. Estaba solo en aquella habitación . Mi salvaje compañera de juegos ya no estaba. Sobre la mesilla había Champán a enfriar y fresas. No pude tomar nada. Me sentía como atropellado por un tren. Me levanté como pude y me medio vestí. Dando tumbos recorrí el pasillo y salí al descanso para entrar en mi apartamento y caer sobre mi cama.
Cuando desperté ya era noche de nuevo. ¡Me había pasado el dia durmiendo!. Estaba felíz, relajado. Y una vivificante ablución me hizo cantar. Me tomé un café calentito y me vestí, con la esperanza de que mi vecina de invitara "a comer".
Estaba llamando a su puerta cuando otra vecina, de avanzada edad y aspecto de comadreja, abrió su puerta y sarcasticamente me dijo:
-¡Hola vecino, feliz año nuevo!. ¿Pero que hace, hombre?.¿ No ve que ese apartamento está vacío?
- ¡¿Vacío?!
- Si hombre. Una historia terrible. Un matrimonio maravilloso. Ella era una morena muy atractiva. Él era escritor y, un buen dia, resultó premiado. Su vida cambió. A él se le subió a la cabeza y se iba a largar con una de sus admiradoras. Ella no pudo soportarlo y se suicidó, no sin antes envenenarlo a él con unas fresas.. ¡Dios mio. Hoy hace exactamente un año!. Por cierto, su cara me suena, ¿Usted a que se dedica?.
Muy bueno este relato Leonidas. Veo que además de los artículos se te da estupendamente la literatura. El final le da un giro al relato muy curioso y deja al lector perplejo. Saludos.
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