jueves, 13 de enero de 2011

Hestia

Hestia es la diosa griega de la cocina y el hogar. En Roma era conocida como Vesta. Hija mayor de Cronos y Rea, es devorada al nacer. Juró ser siempre virgen y Zeus, su hermano, le dió el poder sobre todos los hogares. Vivía enclaustrada en el Olimpo y no interfería en los asuntos humanos, por eso es poco citada en las obras literarias de la Grecia clásica. En honor a su virginidad se le sacrifican terneros de menos de un año. El asno, cuyo rebuzno la alerta de un intento de violación por parte de Príapo, es su animal totémico.
 Cede su puesto en el Consejo de los doce Dioses a Dionisos, retirándose a sus aposentos para cuidar el fuego del hogar.Es la encargada de custodiar el Monte Olimpo, morada de los Dioses. De entre ellos su favorito es Hermes, su sobrino. Solo podía mantener encendido el fuego sagrado si se apartaba de toda pasión. Su hermano Zeus, famoso por su lujuria, nunca se atrevió a yacer con ella.
 Es la Diosa del matrimonio. Sus templos se edificaban en el ágora de las ciudades griegas, en torno a un ara al aire libre. Allí debían presentarse los embajadores y visitantes extranjeros. De este templo partían, también, las expediciones para colonizar otras tierras, que llevaban una antorcha prendida en su templo.
 Antes de ser consagrado a Apolo, el oráculo de Delfos era su sede.
 Algunos mitólogos la relacionan con el fuego que ardía en el interior de la tierra. Hestia era también el lugar donde se encontraba el fuego del hogar.
 En Roma, las sacerdotisas consagradas a su culto eran las Vestales. Eran seis y debían ser vírgenes y muy hermosas. Su función era mantener el fuego sagrado del templo de Vesta, en el Foro. Entraban en el templo con seis años y se les cortaba el pelo. Su función duraba treinta años, al final de los cuales podían casarse, si lo deseaban. Si el fuego sagrado se extinguía, no podía volver a encenderse salvo por orden del Senado. El fuego nunca se abandonaba y siempre había una Vestal de guardia. Las Vestales eran muy respetadas y tenían derechos civiles y privilegios judiciales desconocidos para las otras mujeres romanas. Pero si perdían su virginidad podían ser ajusticiadas.

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