domingo, 23 de enero de 2011
Cayendo
La oscuridad olía a humedad. Un hedor asfixiante a suciedad y abandono inundaba la habitación, apenas iluminada por el reflejo de neón que daba a las sombras un aspecto fantasmagórico.
Al lado del camastro, llamar a aquello cama sería exagerar, una silla carcomida sostenía unos pantalones muy usados, una camisa de franela ajada y un sombrero de ala ancha maltratado por el sudor y el tiempo. En el respaldo descansaba su vieja cazadora de la Fuerza Aérea cuyo cuero no necesitaba ser envejecido.
Charlie levantó la cabeza, plomiza y resacosa y entrevió, a través de la sucia ventana, el neón del tugurio de abajo. De allí debía provenir aquella melodía que le pareció identificar como "Caravan"
Recordó la época feliz, hacía mas de veinte años y un par de eternidades. Cuando lo tenía todo. Sus libros, sus queridos libros, sus discos de Jazz, su trabajo... Y su ilusión. Su ilusión era morenita y se llamaba Cathy, a la que el gustaba de llamar gatita. ¡Era tan dulce!... y tan paciente.
Hasta que un día se cruzó la mala suerte. Una mala racha lo llevó a su perdición, la botella. Y poco a poco su mundo se perdió entre brumas etílicas. Todos aquellos proyectos... Solo la guerra detuvo su caida. Nunca supo como, pasó la revisión médica y se convirtió en piloto de un bombardero. Aquellas misiones sobre Alemania primero le aterrorizaron y después le engancharon. La descarga de adrenalina era parecida a una buena borrachera. Durante los cuatro años que duró aquello se mantuvo a distancia de a bebida. Incluso la mantuvo a raya cuando otros camaradas cayeron en ella para poder soportar la tensión . Cuando acabó la guerra todo volvió a comenzar.
El dinero ahorrado para casarse desapareció entre botellas. Y entonces Cathy ya no pudo más. Se fué un húmedo día de invierno como aquel. Y él, que creía haber tocado fondo, siguió cayendo. Sabía, no obstante, que ella todavía esperaba su llamada, pero le separaban del teléfono un abismo de temor.
Luego, en una de sus cogorzas, quemó el manuscrito sobre el. que había estado trabajando cinco años. Durante un tiempo trabajó como "negro" para un par de guionistas, hasta que los retrasos provocados por la botella le cerraron también ese mundo. Después vino lo peor. Para sobrevivir empezó a vender su biblioteca. El último libro que malvendió fué una primera edición de "Adios a las Armas" firmada por el propio Hemingway, a quien conoció en Inglaterra durante la guerra. También se deshizo de sus discos de Jazz. Todo se lo bebió, incluso su futuro.
Ahora estaba ahí, saliendo de noche y durmiendo de día, en una pesadilla intemporal, con el tiempo detenido en un infierno. En una habitación alquilada a un antiguo mafioso. En la mesilla aguardaban a ser trocados por whisky sus últimos dólares. A su lado descansaba su colt 45. Porque Charlie había trabajado hasta ahora como matón a sueldo para "clientes" de poca monta. Chulos baratos, corredores de apuestas cutres o "camellos" de tres al cuarto. Gentuza que despreciaba y a la que tenía que proteger. Pero incluso eso se estaba acabando. Por los bajos fondos se corría la voz de que el alcohol se lo estaba comiendo. Que ya no tenía reflejos ni pulso. Por eso cuando vió aquel puñado de dólares arrrugados junto a la cajetilla vacía de "Camel" supo que era era el fín. Solo había que tomar una decisión, como terminar: O volarse la cabeza o volar aquella botella,a medio terminar, que lo miraba burlona junto a la pistola. Entonces se incorporó luchando contra la resaca.
En ese momento el siciliano dueño de la pensión, que pasaba las noches patrullando por el pasillo y fisgando todo lo que podía, lo oyó. ¡Blam! el sonido inconfundible de un 45.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Se por tus otros relatos que no te gustan los finales felices, es como si perdieran calidad literaria y entraras rozando el mundo rosa.
ResponderEliminarA mi llámame romántica pero que quieres de vez en cuando me gustan los finales felices, y en este relato me gustaria que lo que volase fuera la botella a medio terminar.
¿y como sabes que no fué la botella contra lo que disparó, y así empezó una nueva vida?. Mi intención era dejar un final abierto. No sé si lo habré conseguido... Parece que no.
ResponderEliminarSe que tu intención era dejar el final abierto,yo simplemente me limité a poner mi final, el que a mi me gustaría que tuviera.
ResponderEliminarTe había interpretado mal. Pensé que no habías entendido que era eso lo que quería. Ya veo que me equivoqué. Gracias por su participación.Un beso.
ResponderEliminar