Niceto Chao, D. Niceto, se levanta pronto. Aunque ya no lo necesita,sus costumbres no cambian por eso. Además, en aquellas latitudes el sol siempre le gana. ¡Como es aquel puñetero sol tropical!. D. Niceto se ducha y rapidamente se viste con su traje de lino blanco, impoluto, a juego con su delicada camisa de seda, de cuello duro cubierta con su exclusivo chaleco traído de París, del que pende su reloj de oro macizo.. Se anuda su corbata de lazo y, cogiendo ligero su bastón de caña con empuñadura de marfil y su sombrero "Panamá", se dispone a salir de casa.
Le gusta bajar a pasear por la Rampa hasta el Malecón, recientemente terminado, antes de ira desayunar al Centro Gallego. En el desierto dique apoya majestuosamente sus puños sobre el cemento y mira solemnemente de un extremo a otro, desde la Casa de Beneficiencia hasta el Castillo del Morro. Después dirige su vista a lo lejos, al mar, al otro lado que no puede ver, a España. Allí está Galicia, su tierra, y en Galicia, Ribadeo , su pueblo. Allí nació hace mas de medio siglo.
Recuerda perfectamente como era aquello. Le gustaba, después de trabajar, pues las circunstancias familiares le obligaron a pronto a ello, sentarse con sus amigos en las escaleras del Palacio del Marqués de Sargadelos. Cuando el tiempo lo permitía se escapaba hasta Asturias, pues en Tapia rondaba a una moza. Pero todo lo cambió una maldita gripe que diezmó a su familia y, entonces, se quedó solo y sin trabajo. Un buen dia, mirando la recién construida Torre de los Moreno, se decidió. Corrió a su destartalada casucha y, levantando una piedra, sacó lo poco que le habían dejado sus padres para comprar el pasaje a la tierra prometida. A Cuba
El viaje, desde La Coruña, fué un infierno de vómitos, hacinamiento y agitación. Hasta que un buen dia avistaron aquel faro en el magnífico castillo. Se empleó en el puerto sacando unas monedas hasta que, en uno de sus paseos para matar el hambre vió el anuncio en aquella peluquería cercana a la Plaza de Armas. Y así empezó. Ahora era el dueño de la mayor cadena de peluquerías de la capital. Sus clientes iban desde el Presidente de la República, hasta Benny Moré, pasando por Meyer Lansky o Papá Hemingway.¡ Que mas dá lo que diga la prensa!, ¿Que tienen que ver con él aquellos desarrapados de Sierra Maestra, que además necesitan un buen afeitado?. ¡Que rápido había pasado todo!, piensa mientras enciende su primer puro del día en aquel dia de Enero de 1959. Ahora aquellos barbudos eran los dueños de su paraíso.
Una sorpresa muy agradable,supongo que en parte el ver estos dias en la prensa el estado de deterioro que sufre la torre de los Moreno de Ribadeo te haya sugerido este relato, un relato que por otra parte podría ser totalmente cierto ya que la emigración de toda la mariña lucense fué hacia ese país caribeño, testimonio de ello son las numerosas casas indianas y círculos habaneros que hay a lo largo de la costa desde Viveiro hasta Ribadeo.
ResponderEliminarGracias por este precioso relato.
Gracias, Egeria. Es cierto, el otro día leí en "El Pais" que la Torre de los Moreno se está cayendo, e investigando la vida de los indianos me sugirió este relato. Me alegro de que te guste.
ResponderEliminarMe gusta este relato Leonidas. Me hace recordar los tiempos en que muchos gallegos, como es el caso de mi suegro, hicieron la maleta y se marcharon a América. Desconocía que en la zona lucense la emigración había sido principalmente a Cuba. Todo hay que decirlo, la historia no es mi fuerte, pero leyendo este blog veo que aprendo cosas nuevas. Muchas gracias.
ResponderEliminarGracias, Bolena. A mi el tema de la emigración gallega me apasiona. Es increíble como muchos gallegos, empujados por el hambre, hicieron fortuna en los sitios mas alejados del mundo. Todos deberíamos estar orgullosos de ellos.
ResponderEliminarLo que dice Egeria es cierto, aunque yo no sabia que la inmigración a Cuba fuera especialmente de esa zona. De todos formas no hay mas que ver las maravillosas "casas de indianos" para darse cuenta de su importancia.