Lo que pasa es que, esta vez, la marabunta - o sea, el electorado - es real. Y nos hemos saltado el guión.
En España el voto de protesta está en la abstención o en el auge de la izquierda radical. Podemos es la única fuerza que podía mantener una propuesta coherente - a pesar de no estar de acuerdo con ellos, he de reconocerlo - y basada en un pasado limpio.
PP y PSOE han recogido una cosecha producto de lo que sembraron ; corrupción, ineficacia y chanchullos.
El bipartidismo se muere. El proceso parece, felizmente, irreversible. A la izquierda ya tiene alternativa ( y a la derecha surgirá en cualquier momento ).
Vox, que - como Podemos - tampoco me convence, podía aglutinar ese descontento ( este desde la derecha ). De momento, al PP, le funciona el voto del descontento. Aprendieron de Franco el lema O yo o el Caos. Pero ese tema, como se demostró en la Transición es mentira. ¡ El caos son ellos! y su política de desigualdad y desprecio a la crítica.
Por si fuera poco, el descontento recorre Europa. Empezando por Francia, donde Marine Le Pen sigue tras los pasos de su padre, haciendo blanco de sus ataques a una inmigración pobre ( más que racismo es clasismo ), obra de mano barata que, en tiempos prósperos fué bien recibida pero - ahora- es rechazada. No olvidemos que el Frente Nacional es una criatura de Miterrand - para quitarles votos a la derecha francesa - que se volvió contra su creador, como demuestra su triunfo en Marsella.
En fín. Vamos a peor. Y los rugidos de las urnas - en medio de una estruendosa abstención - no parece que vayan a ser atendidos. Luego vendrá a explicarnos el fracaso un sesudo historiador, como pasó con el ascenso del nazismo en Weimar. Luego, cuando sea tarde,
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