Un regalazo doblemente acertado

Se acerca el momento de la despedida. Amigos, y enemigos, lo viven de forma distinta. De los segundos mejor no hablar. No hay mayor desprecio que no hacer aprecio. Pero de los amigos he de hablar. De entre estos, los mejores se encuentran los trabajadores del Centro A.I.P de Bóveda. Me ayudaron —desde el primer momento— y, ahora (pronto) me ven partir hacia el Centro de promoción de la autonomía personal de Bergondo —de donde volveré en vacaciones—, en donde pasaré los cursos (dos o tres) que me permitan. Pero me llevo el buen recuerdo y el cariño del personal de Bóveda. Pero, esto no es todo.

Ya de por sí sería un regalo magnífico. Pero, ellos, consideraron que eso no era suficiente.

Consideración que se debe a su generosidad —y no a mis méritos—.

Por ello me regalaron, conociendo mi pasión por la cultura griega, la obra de Bernardo Souvirón Hijos de Homero. Esta obra, de 424 páginas y editada en rústica, tiene muy buena pinta.

Prologado por un amigo, y colega, la contraportada y el inicio nos anuncian un apasionante y apasionado viaje por el origen de la cultura griega —cuna, a su vez de nuestra forma de ser—. Promete ser un periplo apasionante al que me invitan estos queridos amigos y, del cual, os daré cumplida cuenta. Primero lo leeré —al ritmo que me permitan mis obligaciones de recuperación—, pero no podía dejar de glosar este magnífico regalo que se une a otro excepcional: su amistad.

Para daros cuenta de la calidad de mis amigos os tendría que transcribir sus conmovedoras dedicatorias. Pero me permitireis que me las guarde para mí. Simplemente quiero darles las más merecidas y sinceras ¡gracias!