En 1893 Edvard Munch, dentro de su gran obra, El friso de la vida, pinta su cuadro-un rostro vociferante y angustiado- llamado El Grito. En él intenta reflejar la angustia ante la injusticia que produce el cambio socioeconómico que ahora conocemos como Revolución Industrial.
Munch fué fundamental para movimientos artísticos bohemios, sobre todo el conocido como Cristianía. Se trata de una manifestación del expresionismo más puro, puesto al servicio de una protesta sociocultural. Cristianía era una pequeña localidad-ahora un barrio de Oslo-meca de artistas de la bohemia nórdica. donde Munch creció-desde los tres años- y se desarrolló como artista. Allí mamó la contestación a la rigidez moral de la época y a la contradicción de un poder represivo. Uno de sus principales maestros fué Krogh.
A partir de 1886 causó escándalo con su exposición en Oslo, y en 1892 trasladó ese escándalo a Berlín. Esto obligo a cerrar, temporalmente, la exposición alemana.
Radical y crudamente sincero en sus protestas, denuncia la indefensión del individuo frente a la masa burguesa. Y esta situación le produce un terror que refleja en su obra, pintada en París. Allí comprobó los desastres del mercantilismo capitalista y produjo una respuesta artística contemporánea a las producidas en política por el socialismo o el anarquismo.
Exponente del expresionismo noruego, su obra influyó en el expresionismo alemán-primero pictórico y después cinematográfico- .Pasó a la historia como mejor pintor noruego de la historia.
Murió en Enero de 1944, a los 80 años de edad, no sin dejarnos una obra inmortal para los anales de la historia del arte. Por cierto, una amiga experta en arte me ha recordado-cuando le hablé de hacer esta entrada- de los varios ¨ gritos de Munch¨que se conservan. Espero que este le guste.
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