Sucedió a primera hora de la mañana. Dos chicas —de las que no daré el nombre pués no estoy seguro y podían ser otras— vinieron a levantarme. De momento —para ello— necesitan grúa. Me ayudaron a ducharme y me devolvieron a la cama. Para ello volvieron a usar la grúa. Por causas ajenas a su voluntad no pudieron abrir las patas de la misma y ello le restó estabilidad. Cuando me estaban depositando en la cama, para ayudarme a vestirme, la grúa perdió estabilidad y se inclinó —sobre la cama—. Debe quedar claro que nunca corrí peligro y que el comportamiento de mis ángeles —ahora van de gris— fue magnífico. Pero estos ángeles —tan humanos— se llevaron un buen susto. Se echaron a llorar por el susto y yo hice lo que pude para consolarlas.Yo era el que más tranquilo estaba. Por eso, para rendir tributo a mis ángeles, quiero hacer esta entrada.
El personal de la de la Residencia de Bóveda |
Vaya sustooo... Pobres... no creo que se les olvide en todo el día!!! Menos mal que se quedó sólo en el susto.
ResponderEliminarEs verdad,Paloma. Y, además tampoco fué para tanto.Lo que pasa es que mi¨compañero¨no deja que se abran las patas de la grúa pues hay que mover su cama.
ResponderEliminarMe imagino, que después del susto que se llevaron las chicas, pasarán bastante de lo que opine o quiera tu "compañero" y si no le gusta, ya sabe, ajo y agua......
ResponderEliminarAhora, gracias a Fernando, estoy más tranquilo. Y soy más felíz
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