En los caóticos días que precedieron al hundimiento del frente republicano, las listas de bajas de la guerra civil se vió incrementada con miles de gallegos, procedentes del mencionado hundimiento. Fueron víctimas, no del odio, si no de la chapuza e improvisación. De la incompetencia de sus propios mandos, que debían velar por su seguridad. Hecho que no pudo ocultar la interminable sucesión de homenajes póstumos y misas por estos jóvenes, tratados como caídos frente al enemigo y no como víctimas de un error fatal de la cadena de mando propia.
Todo empieza a inicios de 1939, cuando Franco ordenó a sus tropas avanzar por Cataluña, para liquidar el frente centro-oriental repubñicano. Esto coincide con enfrentamientos armados entre republicanos moderados y comunistas, en Madrid. Este enfrentamiento tuvo sus consecuencias en el seno de la flota republicana, con base en Cartagena.
Franco, intentando aprovechar esta circunstancia,prepara una treintena de buques de transporte, con Cartagena como objetivo.Llevaban a bordo 20.000 hombres, que salen de Màlaga y Castellòn, con sólo 48 horas de preparación. Nadie pareció darse cuenta del riesgo que se corría, o nadie dijo nada. Nada menos que avanzaron 150 millas en paralelo a la costa enemiga. Se sacrificó la seguridad de las tropas, en aras a la rapidez. El resultado fué , no una victoria gloriosa, sino una tragedia inútil para cualquiera de los bandos, como la guerra misma.
La Brigada 206 del Ejército Popular de la República tomó, a las tropas de Casado, el control de las baterías de costa de Cartagena, lo que motivó la retirada del convoy nacional, integrado por soldados gallegos..Todos los buques menos el Castillo de Olite, que, con un regimiento coruñés de, con màs de 2.000 efectivos,recibe el impacto directo de un cañonazo. A raíz de esto 300 gallegos son hechos prisioneros. Un mes después estalló la victoria, no la paz, y su vorágine se tragó la memoria de esta tragedia. Franco silenció la metedura de pata de sus generales, si no el error propio, y hubo que esperar decenios después de su muerte para que el Instituto Cartagenero de Investigaciones Históricas
pudiera publicar sus conclusiones, modelo de investigación que, por desgracia, no fué seguido por otros organismos nacionales y autonómicos, demasiado ocupados en halagar el ego (falsamente histórico) para justificar el latrocinio en un pasado tan indigno de ellos. Mientras tanto, lo más trágico y aleccionador de nuestro pasado fratricida, desaparece con nuestros abuelos. Para intentar evitarlo, escribo esto y lo dedico a mi abuelo, un hombre de paz, ya desaparecido
Castillo de Olite |
Una verdadera pena que jamás se reconozcan en este país los errores. No es el único caso en el que los fallos de altos cargos (sean militares o civiles) han llevado al desastre a los de abajo...Precioso homenaje y vaya para toda la gente de paz.
ResponderEliminarEso pretende ser. Gracias por contribuir a ello
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