Yo creí, siempre, que el embargo era un error. Y era un error porque a las dictaduras nunca les importa el efecto de este sobre su pueblo. Ellos, siempre, pueden recurrir a redes mafiosas - sean del signo que sean - para garantizar su bienestar.¡ Y el pueblo que se joda!, piensan los gobernantes. Pero en el caso de Cuba es peor. El régimen cubano se excusaba en el embargo para justificar el fracaso de su gestión económica.
Y,creedme, sé de lo que hablo. Hace,casi, una decena y media, me encontraba mal. Mal y solo. Mal aconsejado por un - ahora - ex-amigo - y un mal profesional de la psicología.
- Vete a Cuba - me dijeron.
Y cometí el error de ir. Error que, aún, maldigo.
Me encontré con un paraíso. Un paraíso de ternura, de dulzura, sexo, historia y música. Un paraíso que los Castro habían convertido en un infierno.
Lo mejor de la Isla ( su gente ) estaba atenazada por la miseria y el miedo.
Me sentí, desde el principio al final, seguido - acosado - por la policia. Y eso que yo no era cubano. Las cosas llegaron a un punto tal que me obligaron a plantar cara a un policía. Yo estoy acostumbrado a vivir en un país donde la policía está para ayudar.
La chica que iba conmigo me dijo que tuviera cuidado. Que a mí no me harían nada - era un turista - pero que yo me iría y, entonces, irían a por ella. Que Cuba era un cárcel mísera. Que la Revolución - justa, en un principio, había derivado en una tiranía burocratizada e implacable. Que habían llegado hasta tal punto de que los policías que patrullaban por La Habana eran de fuera de la capital ( para evitar, así, lazos afectivos con una gente a reprimir.
Fué allí donde empecé a darme cuenta de la suerte que tenía de vivir en una democracia - por muchos defectos que tenga - Y allí me enamoré. Me enamoré de un pueblo que nunca fué libre. De los amos españoles pasaron a amos norteamericanos, para acabar en manos de amos soviéticos - y, por último, en manos de sus propios tiranos.
Por eso espero que el fin del embargo pueda contribuir a aliviar la pesadilla de un pueblo - culto pero oprimido - y dar auge a una clase media ( hoy inexistente ) clave para una transición democrática tan necesaria para una Cuba a la que - como gallego y español - quiero tanto. Una Cuba a la que, desde aquí, pido perdón por aprovecharme ( involuntariamente) de su miseria y que, aún hoy, está sedienta de Libertad. Mi Cuba.
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