En este capítulo, el tercero, de Las Aventuras del Capitán Alatriste, Arturo nos devuelve al Flandes del Siglo XVII ( concretamente al asedio de Breda - en 1625 - ) y lo hace de la mano de Iñigo de Balboa, mochilero del capitán y cronista de lujo.
En otro ejercicio magistral de combinar ficción y realidad, Arturo Pérez - Reverte nos descubre los recuerdos de Íñigo y sus desvelos por convencer a Velázquez para plasmar estos en un cuadro llamado Las Lanzas o La Rendición de Breda.
Nos habla del General Ambrosio de Spínola. Pero también de sus hombres, De los sinsabores, del horror y la gloria de aquella guerra. De sus veteranos - Diego Alatriste y sus hermanos del frente -.
No es una obra que glorifique la guerra. Es una novela que nos muestra el miedo, la suciedad, el hambre de unos hombres cuya única fuerza surge del honor y de la lealtad que, a lo largo de los tiempos, ha unido aquellos que comparten la miseria y el dolor de la guerra.
Este libro es, en resumen, un homenaje a esos hombres. Unos hombres que debemos de conocer pués somos lo que somos porque ellos hicieron lo que hicieron. Bajo el Sol de Breda.
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