Era una tarde mortecina de luz triste. Pero eso, a los asistentes al acto les daba igual. Y es que estos, un matrimonio de mediana edad y su hijo rapero, iban a heredar. La mujer lucía un abrigo de visón que, aunque hiciera calor, no perdia ocasión de lucir. El marido, cada vez que lo veía recordaba que había sido el precio a pagar cuando ella encontró cabellos de otra mujer en su bragueta. Compartían una sonrisa bobalicona de satisfacción que mudaron por un gesto grave al llegar a la notaría. Allí les esperaba la oficial, una atractiva y vivaz joven. Su disposición indicaba que era ella la que llevaba la oficina con una impagable efectividad.
Educadamente los pasó a una salita de estar, de sillones bajos y cuadros de serie, donde aguardaron impacientes la llamada del notario. Era este un treintañero, con un punto de timidez, que les hizo pasar a su despacho- una funcional estancia con lo último en tecnología informática que despertó la curiosidad del rapero-.
Después de la pertinente identificación el trío familiar se dispuso a escuchar el testamento. El notario iba desgranando el mismo, ante la impaciencia de su público, hasta que llegó a lo importante, la herencia. Entonces, ante el asombro del inquieto trío, extrajo de un sobre sellado un DVD que introdujo en la correspondiente bandeja.
En él aparecía Federico, el difunto hermano de Malena, cuñado de Juan y tío de Alfredo- los herederos-. Estaba en la cama de hospital que había ocupado los cuatro meses antes de su muerte, cuando una enfermedad terminal y rápida lo había matado. A los tres les vino, a la vez, el recuerdo de las pocas visitas, todas fingidas, que habían hecho a Federico. Todas tenían un único fín, presionarlo para heredar su considerable fortuna.
En estas cogitaciones andaban cuando Federico, mirando fijamente a cámara y con una expresión irónica, impropia de su situación, les habló
- Pues bien, ya ha sucedido. Me he muerto. Ya no tendreis que sufrir mas por mí. Ni por mi dinero. He decidió dejároslo todo- los tres corazones casi infartan a la vez-. Como ya sabeis no tengo hijos ni pareja. Y solo Dios sabe que pecado habré cometido para teneros a vosotros como única familia. Pero antes voy a haceros un último favor
Las tres hienas se inquietaron
- Como sabeis mi gran pasión fué la lectura. Ella, además, me hizo rico, pues me llevó a la escritura y al éxito.¿Te acuerdas hermanita de lo mucho que te burlaste toda la vida de mi afición?. ¿ Y tu cuñado, cuando me reprochabas que hiciera algo de provecho y no perdiera el tiempo leyendo?- claro que si yo hubiera heredado una empresa familiar como tú lo hubiera tenido mas fácil y además no la habría hundido. Lo tuyo sobrino es mas disculpable. Con unos padres como esos y víctima de la LOGSE es normal que seas un iletrado.
Las caras de los aludidos eran, a estas alturas un poema. El notario no sabia donde meterse.
-En fin, trio de ases. El favor que os voy a hacer es el siguiente: En la facultad de filología de esta ciudad, y en poder de su decano, hay un sobre que este ha de abrir a mi muerte. En el cual le doy instrucciones para que, en el plazo de un año proceda a examinaros sobre las cien libros que, en una relación adjunta, le detallo y constituyen, para mí, la cumbre del pensamiento humano. Al terminar ese año sereis examinados con un test de 1000 preguntas sobre las obras. Si acertais 900 ó más la herencia será vuestra. Si no esta pasará a engrosar las arcas de una serie de fundaciones que conoce el Sr. Notario.
En fin, de paso demostraré que la lectura no hace mejores a los seres humanos, porque después de los 100 libros seguireis siendo igual de cabrones que ahora. Y que aunque mas leídos, igual de cenutrios que ahora. En fin yo me voy a descansar en paz, que gracias a vosotros me lo he ganado. No os entretengo pues teneis mucho que leer.
Familias como estas,es como con las brujas:haberlas hailas y son un lastre que hay que dejar atras, no merecen la pena ni castigarlas sinó ignorarlas.
ResponderEliminarPor otra parte muy buen relato y castigos como estos los quisiera yo para mi, claro que para algunos son una autentica tortura.
Gracias por tu comentario, Safo. Esas familias hailas, hailas. Por cierto, si alguien te impone ese castigo avísame que yo te ayudo.
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