lunes, 20 de diciembre de 2010

Pío Baroja (1872-1956)


Serían las diez de la mañana de un día de octubre. En el patio de la Escuela de Arquitectura, grupos de estudiantes esperaban a que se abriera la clase.
De la puerta de la calle de los Estudios que daba a este patio, iban entrando muchachos jóvenes que, al encontrarse reunidos, se saludaban, reían y hablaban.
 Por una de estas anomalías clásicas de España, aquellos estudiantes que esperaban en el patio de la Escuela de Arquitectura no eran arquitectos del porvenir, sino futuros médicos y farmaceúticos.
 La clase de química general del año preparatorio de medicina y farmacia se daba en esta época en una antigua capilla del Instituto de San Isidro convertida en clase, y ésta tenía su entrada por la Escuela de Arquitectura.
 La cantidad de estudiantes y la impaciencia que demostraban por entrar en el aula se explicaba fácilmente por ser aquél primer día de curso y del comienzo de la carrera.
 Ese paso del bachillerato al estudio de facultad siempre da al estudiantes ciertas ilusiones, le hace creerse más hombre, que su vida va a cambiar.
 Andrés Hurtado, algo sorprendido de verse entre tanto compañero, miraba atentamente arrimado a la pared la puerta de un ángulo del patio por donde tenían que pasar .
 Los chicos se agrupaban delante de aquella puerta como el público a la entrada de un teatro.

                                                                                      El Arbol de la Ciencia (1911)                                                                       

4 comentarios:

  1. Me alegro que las clases de literatura en el instituto no te hicieran odiar del todo a este clásico de la literatura, de obligada lectura en esa época.

    ResponderEliminar
  2. Durante mucho tiempo odié esta obra por ese motivo. La forma en que daban literatura era la mas antipedagógica. Es un milagro que, en nuestra generación, exista gente amante de los libros. Otro tanto se puede decir del latín, griego, matemáticas, historia, etc.
    Yo, el trauma de la matemática de conjuntos, todavía no lo he podido superar.

    ResponderEliminar
  3. Hola Fernando

    Antes de nada aprovecho para felicitarte las fiestas y contarte que yo he podido visitar las Teermópilas en mi luna de miel y a Leónidas. Felicidades por el blog y yo, después de varios meses parado, te cuento que he vuelto a escribir en el mío.

    La pedagogía en España falla bastante. Creo que en unos temas es peor que otros. Pero en literatura y en idiomas es nefasta. Los clásicos se introducen antes de tiempo. Afortunadamente yo tuve algún profesor salvable en ese aspecto. Luego, leyendo por mi cuenta, he reconocido la gran obra de toda la generación del 98. Y como no, Baroja

    Un saludiño
    Javier
    wwww.javierfarto.wordpress.com

    ResponderEliminar
  4. Querido Javier: Me alegro de que estés de vuelta. Saluda de mi parte a tu mujer. Te envidio tu visita a Las Termópilas, aunque tengo entendido que está muy cambiado. De todas formas espero que lo hayas disfrutado. Sigo tu blog y te dejaré algún comentario pronto.
    A mi con Baroja y con el 98 me pasó con los amores tardíos. Se demoraron en el tiempo- por culpa de esos profesores- pero cuando llegaron fueron esplendorosos. Un abrazo.

    ResponderEliminar