jueves, 30 de diciembre de 2010

El Tambor del Bruch

El Bruch con Monserrat en primer término
 Anda por ahí, recien estrenada, una película sobre el llamado tambor del Bruch. No la he visto y no se si me atreveré. Por el trailer parece una entrega más de Rambo. Una especie de "Rambonet" politicamente correcta.
 Parece una buena ocasión para tratar aquellos acontecimientos.
En Febrero de 1808 el General Duhesne, al mando de un gran contingente francés entra en España por La Jonquera. Toma por tierra los puertos catalanes e interrumpe el comercio con América. Cataluña se sume en una crísis económica.
 Junio de 1808. Los ecos de la rebelión madrileña del 2 de Mayo llegan a Cataluña. La familia real se encuentra presa en Bayona (Francia) vendiendo  la nación. La gran mayoría del Ejército Español también habia traicionado su deber, manteniéndose pasivo. Los franceses controlan el poder y no paran de enviar fuerzas militares a España. En nuestro país florecen, expontánea y descoordinadamente, las Juntas de Defensa locales y regionales, que reclaman la titularidad de la soberanía. El panorama es desolador.
 Napoleón, en la cima de su prestigio, somete la península a sangre y fuego, desengañando a aquellos que le veían como el modernizador de España. Él solo quiere controlar los puertos españoles y portugueses.
 Pero para Cataluña tiene un plan especial. Quiere anexionarla a Francia, volviendo a la época de Carlomagno. Con ese propósito grandes contingentes franceses, llegados de Italia, acampan en territorio catalán. Este hecho, junto con la existencia del Somatén, precipitará los acontecimientos.
 El Somatén era una milicia civil organizada para mantener el orden en toda España. Pero en Cataluña era especialmente activo. Sobre todo en zonas montañosas. Eran campesinos duros, cazadores certeros, expertos en el terreno y con una lealtad a España y a su rey fanáticas. Es decir, los perfectos guerrilleros. Además, ante el cobarde comportamiento de la oficialidad, muchos soldados de los regimientos regulares se unen a ellos. Se producen levantamientos en Lérida, Manresa, etc.
 Esto es demasiado para los franceses. Al mando del general Schwartz, 3.800 franceses salen hacia Manresa desde Barcelona. Un barcelonés, desconocido, se dirige, a uña de caballo, a avisar a los patriotas. En Manresa todas las iglesias tocan a rebato. La población se moviliza. Los dirigentes del Somatén y los  pocos oficiales a ellos unidos, deciden plantar cara al gabacho en un terreno singular y favorable. El Paso del Bruch.
 El clima favorece a los españoles. Una tormenta terrible arrecia sobre las tropas napoleónicas, retrasando su avance y haciendo que se refugien en Martorell. Los nuestros aprovechan para tomar posiciones de emboscada en el paso. Dos mil somatenes y soldados, al mando del terrateniente Antonio Franch esperan a los franceses, que les doblan en número.
 6 de Junio. Los franceses penetran en el Paso del Bruch. Una tormenta de fuego y plomo les recibe. Los galos entran en pánico y su general está desconcertado. Las lineas francesas se rompen y los soldados huyen, dejando sobre el terreno 300 muertos.
 La humillación es total. Cuando los gabachos se reagrupan, una semana después, se dan cuenta de que han sido derrotados por unos campesinos. Ellos, los veteranos de Jena, Solferino, Austerlitz.... ¡vencidos por unos españoles semisalvajes!. Es demasiado. La ira sustitye a la vergüenza. Reforzados con nuevos contingentes encaran, de nuevo, aquel maldito paso. Esta vez no habrá cuartel.
  Y aquí entra en escena un crío. Isidro Lluçá, 17 años y tambor de la Cofradía de los Dolores de Sanpedor. Cuando vé a los franceses empieza a tocar freneticamente el tambor. Debilitado, enfermo, con las manos sangrando, Isidro toca y toca. La artillería española, alertada por el redoble de Isidro, entre en fuego. Es tal su energía que de los 1500 españolessurge un ìmpetu inesperado, arrollador, que vuelve a parar a los galos.
 Isidro, enfermo y agotado por la campaña, moriría pocos meses después y los franceses volvieron semanas después y esta vez pasaron. Manresa fué destruida y las Cortes de Cádiz rindieron homenaje a su gesta nombrándola "muy noble y muy leal". La leyenda del Tambor del Bruch habia recorrido España, inspirando a otros muchos. ¡Napoleón podía ser vencido!
  En cuatro años los franceses fueron expulsados de lo que Napoleón, furioso, llamó la "ulcera española". Muchos años después los veteranos franceses de la batalla todavía recordaban el sonido del tambor amplificado por las paredes rocosas.
 En Sanpedor se levantó un monumento que dice
"Viajero, para aquí
 que el francés también paró
El que por todo pasó,
 no pudo pasar de aquí"

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