Los asesores del Presidente le habían aconsejado que, en la precampaña, obviara Dallas . Pero él era Jack - un Kennedy - Un antiguo oficial naval condecorado por salvar a sus hombres en aguas infestadas de tiburones y japoneses. Su sangre irlandesa no le permitía eludir el peligro.¡ Ni estaba dispuesto a ceder ante el odio racista!. Después de adecentarse, con ayuda de Jacquie, abordó - flanqueado por agentes del Servicio Secreto - su Lincoln - Continental . Iba detrás del Gobernador Connolly y al lado de su querida Jacqueline. ¡Que hermosa y dulce era !. Siempre supo que no podía serle fiel - y ella también - Pero ¡Cuanto la amaba!. Sus amigos , compañeros de juerga como Francis, le decían que él no tenía la culpa. Los esteroides y su padre - el amante de Gloria Swanson - lo habían hecho así. Además..... ¡Que importaba¡. Para perdonarle estaba su confesor.
Pasó los minutos en estas reflexiones mientras saludaba a un enfervorecido público.¡ Como le gustaba la popularidad!. Menos mal que, en vista de la mejoría del tiempo, había ordenado al Servicio Secreto desmontar la cubierta blindada. No quería que nada le separara de su público, de sus votantes, de sus admiradores. De repente llegaron a la Plaza Dealey. Flanquearon el Depósito Municipal de Libros - aminorando la marcha - y vió , a un lado, a un hombre maduro filmándole con una cámara casera.
Entonces lo sintió. Un disparo seguido - al momento - por un dolor y una sensación de ahogo. Instintivamente se llevó las manos al cuello, para liberar su garganta del doloroso nudo de la corbata .
No pudo oír el segundo disparó. Ni sentir el nuevo dolor. Un sol, un potentísimo sol, estalló en su cabeza. Después la nada.
| JFK segundos antes del atentado |
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