domingo, 6 de septiembre de 2009
EL SILLÓN DE LA BARBERÍA
La noche estaba tranquila. Una agradable brisa acariciaba la costa y entraba en mi coche a través de las ventanillas abiertas. No era el calor pegajoso de Nueva York de donde llegué, hacía seis meses, marcado.
Yo era Agente Especial del FBI desde hacía 25 años, al principio de los "años sin ley", cuando me repuse de las heridas de la Gran Guerra, con el 5º de Marines en
Belleau Wood. El gobierno consideró que, ya que me había entrenado para matar, podrìa aprovecharme para mantener la ley. Pasè por Chicago y Nueva York, donde mis métodos e ideas sobre la mafia desagradaron profundamente al gran Hoover, nuestro director, que negaba el problema. Esto y mi afición por el whisky barato dieron con mis huesos en esta extraña ciudad de chinos y marineros.
Aquella noche estaba de servicio en la Central. No es que sea un noctámbulo, pero la fama que me precedió aconsejaba que me refugiara en el turno de noche.Nos llamaron pues había aparecido un cadáver en una barbería. Hasta ahí todo normal, el problema es que el "fiambre" era un "limón", un "japo", o sea un japonés.Y eso, el 1944 era asunto del FBI.
Antes de bajarme del coche saqué la petaca de mi bolsillo y la guardé en la guantera.En la puerta del local me esperaba un tipo con pinta de ser el dueño y un inspector de la metropolitana que conocía del mismo turno. Otro pringado. El dueño nerviosísimo y el inspector pétreo. Enseguida el dueño me da, atropelladamente, todo tipo de explicaciones.Debo aclararle, antes de que le dé un infarto, que no está detenido. El inspector sonríe sádico.
Hace guardia un agente uniformado, muy joven, con mas acné que aplomo. La barbería, amplia y con varios sillones, está impecable, salvo por un pequeño detalle, un fiambre "descansa" desmadejado sobre uno de los asientos con un tajo en la garganta y una gran mancha de sangre que le cae a modo de babero y llega hasta el suelo.Frente al nisei en la repisa del espejo, descansa una navaja de barbero abierta,ensangrentada, aún. Con la sangre alguién ha escrito en el espejo algo que parece japonés o chino. Habrà que llamar al intérprete. Sin mover el cuerpo observo indicios de rigidez cadavérica y frialdad. No se observan señales de lucha en el local.Según su tarjeta de internamiento la víctima está confinado en el campo de Manzanar.
Salgo de la barbería. Mis anfitriones esperan con el novato. Ordeno llamar al Juez y al Forense. A mis preguntas el dueño me dice que vive en el piso de arriba de la barbería y que no oyó nada. Que un vecino le avisó de que había luz en el local. La cerradura está intacta.
No sé........ Mientras contemplo los otros sillones absorto mi instinto me dice que algo no encaja. Y mi instinto no me engaña. aunque siempre me mete en líos
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