miércoles, 28 de agosto de 2013

Griñán

 Llegó cuando quiso (él y su partido). Se va cuando decide (idem) enrocándose en el Senado. Lo de las circunstancias personales y familiares no se lo cree nadie. Nos deja los ERE y el mecanismo que los hizo posible (la corrupción). Parece que nos hace un favor. Es el colmo de la prepotencia de alguien que nació en El Pardo-su padre fué uno de los ayudantes de Franco. Será que, a veces, la circunstancia del nacimiento imprime carácter.
 Y, además, Griñán y otros implicados en casos de corrupción ponen en entredicho el sistema democrático.
 En primer lugar usan este y sus ventajas-aforamiento-para esconderse tras tribunales elegidos por ellos mismos-sus partidos-.
 Y esto alcanza a ambos partidos. Cuestiona la posibilidad de alternativa pués, los dos partidos mayoritarios, están de acuerdo en aprovechar los déficits de nuestra ley, para beneficiarse de ellos. Cuentan, al mismo tiempo, con el apoyo de partidos (nacionalistas) a quienes el bien común nacional les da igual. Para arrinconar-entre los dos- a partidos nacionales con los que podrían contar para hacer de España un país digno, democrático y eficaz. Por todo ello,  Griñán aparece no como la enfermedad, pero sí como el preocupante síntoma.


Jose Antonio Griñán
                                                 

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