jueves, 14 de diciembre de 2017

CAFETERÍA EL CANTÓN




                                   

Fue un domingo. Un domingo otoñal y frío. Un domingo ferrolano. Antes de que llegaran las lluvias.
  Decidí cambiar mi lugar de descanso, De descanso y lectura. Sobre todo para cambiar la rutina. No mucho porque soy un animal de costumbres. Alguno - a diría que soy un animal y punto. Bueno, no soy yo el más indicado para juzgarme .
Voy a contaros, simplemente, lo que ocurrió ese domingo. Ese domingo salí del Museo Naval. E iba con ganas de té. De té y lectura. Cerca de mi habitual cafetería, el Beirut, se encontraba El Cantón.
 Estaba abierta y adaptada para sillas de ruedas. No me lo pensé. Entré en ella.
Me atendieron un par de chicas jóvenes. Y muy amables
. Su encanto era destacable .Me sirvieron mi té y me dispuse a leer. 
Cuando terminé el capítulo de mi libro salí. Crucé el Cantón de Molíns hacia la Exponav.
Volver, pensé. Tengo que volver. Para sentir la calidez de su amabilidad. Para sentir que hay días en los que merece la pena vivir. Por eso les di las gracias. Desde entonces no volví. Pero he de volver. Palabra de honor. Por ellas. Por mí.

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