Se trata de una de las legendarias películas de mi infancia , de las de Sábado Cine. De las que veía con mi abuelo después de cenar, luchando por no quedarme dormido ante las apasionantes aventuras de aquellos intrépidos prisioneros de guerra aliados, para escapar de las manos de los nazis.
Aquella épica historia se rodó ( dirigida por John Sturges ) en Europa, en un campo de prisioneros - construido al efecto - cerca de Munich, en la RFA.
Este campo imitaba el STALAG Luft III, donde se desarrollaron los hechos narrados. El campo real estuvo situado muy cerca de la ciudad de Sagan ( En la Alemania nazi ).
La fuga se rodó en otro lugar, en las tierras cercanas a la desembocadura del Rin.
Las escenas de la fuga en moto de Steve McQueen se hicieron en el lado austríaco de Los Alpes ( que aparecen en la parte superior de esta entrada ).
Steve era un fanático de las motos y se empeñó en rodar la escena de la fuga en motocicleta que ni aparecía en el guion. Y quiso rodarla él expresamente. Sin doble.
El resultado fue que se estrelló y tuvo que rodarla el especialista Bud Ekins.
Y se estrelló a pesar de llevar un amuleto - el colgante de oro que le había regalado su esposa.
Se da la circunstancia de que varios miembros del rodaje habían tenido experiencias como prisioneros de guerra, que aportaron a la película. Desde Donald Pleasence hasta Hannes Messemer, pasando por Til Kiwe y Hans Reise.
También James Clavell ( Co - guionista ) estuvo prisionero.
Al terminar el rodaje la productora repobló el terreno con 2000 pinos.
El rodaje se basó en el libro de Paul Brickhill, que vivió los hechos que se narran en la película ( o eso cuenta ) y que ocurrieron la noche del 24 de Marzo de 1944.
Por lo menos el escenario de los hechos existen y el túnel de la fuga permaneció oculto e ignorado durante años.
Y el resultado de esta historia, llevada al cine, es una obra maestra. Una obra maestra que, gracias a una amiga, acabo de volver a ver. La he visto y he rescatado de mi infancia. Una infancia feliz con la noche de los sábados ante el televisor, con mi abuelo.
Recuerdo, también, que mi abuela entraba - esporádicamente - en el salón y preguntaba : ¿ hay chica ? a lo que, mi abuelo y yo, respondíamos a la vez : ¡ No !. Y entonces ella, con gesto de decepción, se marchaba.
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