A su regreso a Macedonia, Alejandro comenzó a trabajar en la preparación de la guerra contra Persia.
A finales del 335 A. de C. y a principios de 334 viajó a Epiro y a Atenas, en busca de Alianzas. Allí le hicieron varios bustos que llegarían hasta nuestros días.
El augur le pronosticó grandes triunfos en su próxima campaña, que sería cantada por los poetas.
Encomendó a su general, Antípatro, que mantuviera la paz en Grecia y, con sus hombres, cruzó el Helesponto. 37000 soldados iban con él.
Ocupó Tesalia y liberó a los tesalos de pagar impuestos. Juró, a sus hombres, conducirlos en todas las batallas que libraran.
En Corinto se entrevistó con Diógenes ( famoso por su desprecio de las riquezas y bienes materiales ). Este rondaba los ochenta años pero conservaba las facultades mentales intactas. Así entró - el Rey de Macedonia - en contacto con la escuela filosófica de los cínicos.
Y es que Alejandro nunca dejó de cultivar, junto a sus habilidades militares, su amplio bagaje cultural.
En el 334 A. de C. logró la victoria del Gránico donde estuvo a punto de morir. El General Clito le salvó la vida in extremis.
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