Todo empezó con el contagio de la Auxiliar de Enfermería Teresa Romero.
Por fallos de la misma se ha contagiado al tratar a un enfermo. Tiene responsabilidad al no respetar el protocolo de la OMS. También lo tiene al avisar, tarde, a su médico.
Pero los procedimientos están - o deberían estar - para ello. Los fallos de Teresa ( producidos por el nerviosismo) son humanos. Por eso están los Protocolos. ¡ Y estos no pueden fallar!. Y fallaron.
Empezando porque tiene que haber ( y no hay ) una doble vigilancia para que se respete el procedimiento. Parece que Teresa se tocó - sin querer - la cara con los guantes contaminados. Y nadie se dió cuenta.
El personal sanitario se quejó de que el curso que les dieron sobre el ébola durò ¡ media hora !. Esto es motivo suficiente para la dimisión del Consejero de Sanidad de Madrid y de la Ministra de Sanidad. Estos han contribuído, como nadie, a la alarma social.
La primera víctima del Ébola fué la calma social. La segunda fué Excalibur ( el pobre perro sacrificado injusta e inutilmente). Los expertos aconsejaron que se le dejara vivir para, entre otras cosas, estudiar su evolución. ¡ Y ni siquiera se le hizo un análisis de sangre!.
Ahora comprendo la boutade de Pérez-Reverte que dijo que había que poner en observación al perro y sacrificar a la ministra. Sacrificarla no, con echarla de todo cargo público me parece suficiente.
En las sociedades civilizadas los animales tienen derechos, morales al menos.
A última hora Teresa, parece, se estabiliza. Ojalá se recupere pronto. Lo que será más difícil es que nuestra sociedad se recupere de otro virus. Un virus, peligroso y persistente, llamado gobierno Rajoy
Imagen ampliada del Ébola |
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