Una alegre y suave oleada eléctrica silbada por el despertador automático del
órgano de ánimos que tenía junto a la cama despertó a Rick Deckard. Sorprendido
—siempre le sorprendía encontrarse despierto sin aviso previo— emergió de la
cama, se puso en pie con su pijama multicolor, y se desperezó. En el lecho, su
.esposa Irán abrió sus ojos grises nada alegres, parpadeó, gimió y volvió a cerrarlos.
¿Sueñan los androires con ovejas electricas?
1968
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