Se acercó a aquella ninfa de cabello inocente y salvaje. La ayudó a despojarse de su camisa y luego del sujetador. Lo hizo con la delicadeza y la rapidez del veterano. A continuación rozó, o casi, el hombro abrasador de ella con sus labios. Enseguida se encontraron desnudos, frente a frente, radiados por la lumbre pero calentados por la tormenta caliente. Lina acercó la boca al pecho de él y lamió avidamente, deprisa, a la vez que con sus afiladas uñas recorría su espalda deteniéndose juguetona donde comienzan sus nalgas que arañó con decidida lujuria. Dejando su marca .
Entonces él, conforme crecía su erección se sintió extraño, como un “voyeur” de su propia escena, de una coreografía ancestral. ¿Qué hacia allí?, ¿Quién era aquella pequeña Venus y porque estaba con él?. Las caricias de Lina y sus gemidos urgentes terminaron con aquella absurda reflexión. Sobre todo cuando ella, poniéndose de puntillas mordisqueó los labios de Marcelo como un anuncio de lo que su lengua iba a hacer. Esta se asomó, al principio timidamente, en la boca de él, para a continuación atacarla de ansiosamente..
Lina paró solo un momento, para tomar un trago de agua. Después le pregunto a él: ¿Tienes sed?, para a continuación tomar otro trago, que retuvo en su boca. Pegó sus labios a los de Marcelo y dejó que el agua pasara a presión de una boca a otra. Ante la sorpresa de él que dejó escapar parte del líquido por la comisura de sus labios. Entonces ella lamió esa agua para luego relamerse.
Después, sin despegarse de él, encendió la lamparita de la mesilla y lanzó, como un trofeo su slip a la pantalla de luz. Lina se echa sobre la cama y ronroneando lo reclamó con los brazos extendidos y aquel cuerpo llovido del infierno Cuando él se acuesta ella se da la vuelta y se queda boca abajo, pasiva, como para dejarse hacer.
¡Como le recuerda el pasado¡. Marcelo no puede evitar volver atrás, hace toda una vida, cuando otras Linas, qua ya no lo son, ocupaban su cama de estudiante. Pero esta Lina es distinta. Ella le coge la cara entre las manos y como a un niño lo besa por toda ella, le dice que le gusta. Y entonces cuando llega el elogio, pues ella ha notado que Marcelo está ausente, el elogio mata. Alaba su aspecto con respecto a su edad. Acaba de chafarlo completamente. Aunque su boca realice prodigios en su entrepierna.
Pero Marcelo reacciona desesperado, con cierta brusquedad se coloca entre sus piernas y la penetra notando su excitación desafiante. Entonces hunde su cara entre los pechos de Lina y siente que definitivamente lo ha rejuvenecido unas cuantas décadas. Es como si entre sus tetas se encontrara la fuente, en aquel surco, de la eterna juventud. Lina entonces alcanza el orgasmo y en pleno éxtasis, húmedo y palpitante, sin desasirse se revuelve, se pode encima y comienza una furiosa danza de amazona con su pelo húmedo saltando en torno a si como la corona de un ser salvaje y extasiado..
Estuvieron hasta altas de la noche jugando a darse placer y , para sorpresa de Marcelo, las horas del final no tardaron en llegar. Ella, después de varios orgasmos, se acurrucó pegándose a él y relamiéndose dejó soltar un gemido de satisfacción fatigada
Esa misma mañana se separaron para no volver a verse mas. Marcelo, después de su periplo profesional, llegó a casa. Estaba cansado. Dejó la maleta en el pasillo y entró en la habitación. Se derrumbó sobre la cama y pensando en Lina tuvo una fuerte erección. Entonces no pudo contener las lágrimas. En el CD Billie Holiday cantaba,
“In my solitude
You taunt me
With memories
That never die”.
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