viernes, 20 de octubre de 2023

ME ESTOY HACIENDO VIEJO


Estaba con mi profesora de informática, una mujer más joven, inteligente, guapa y buena que yo, en la cafetería del campus de Ferrol. Ella intentaba esforzadamente enseñarme a manejar mi blog. En ese momento, levanté la vista iracundo y musité entre dientes, tratando de ahogar mi ira:

¿Por qué cojones no se callarán esos chavales?

Ella, tras esbozar una irónica sonrisa, dijo suave y dulcemente:

- Fernando, estamos en una cafetería de la Universidad. Se nota que te estás volviendo viejo.

En ese momento me di cuenta de cómo iban vestidas aquellas universitarias. Llevaban los tops y los vaqueros muy ajustados, aquellos que llevaban mis compañeras años atrás, cuando yo era un universitario ruidoso y excitado que intentaba ligar con una de esas chicas.  Y eso que yo lo tuve más fácil: podía ver los ojos de mi objetivo sin teclear en el móvil. No se puede ligar con la persona que tienes delante mirando el teléfono.

Porque no había cambiado el panorama y el ruido, había cambiado yo. Aquel chaval universitario que intentaba, con más ganas que suerte, ligar con una de esas chicas, se había convertido en un casi sesentón cascarrabias. Esas mujeres jóvenes eran las mismas, o más bien una copia de sus madres.

Mi profesora se reía de que, aún dándome cuenta de la situación, seguía quejándome con si cabe más vehemencia. Ella se tomaba la situación con humor, cosa que yo no hacía.

Mi silla de ruedas y mi barba entrecana me recordaban lo que había pasado: casi cuarenta años, nada menos. Porque, aunque nosotros no queramos cambiar, el tiempo nos obliga a ello.


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