Miguel de Molina, el gran Miguel de Molina, hace referencia en una de sus mejores coplas, Las Cosas del Querer, a Puerto Real, cuna de astilleros.Por eso , yo, quiero hacerle un homenaje. A él y a una chica - muy especial - que es admiradora suya y que me enseñó la belleza de las coplas de D. Miguel.
Maqueta de los Astilleros de Puerto Real ( Cádiz ). Al fondo el autor de este homenaje. |
LAS COSAS DEL QUERER. Homenaje a Miguel de Molina
Miguel Frías de Molina nació en Málaga el 10 de Abril de 1908 Fue criado por seis mujeres - su madre, su hermana y cuatro tías - Durante su infancia estudió en un colegio religioso. Ya adolescente trabajó de limpiador en Algeciras. Una prostituta intentó acostarse con él y descubrió su tendencia homosexual.
A los 20 años llevaba turistas a los tablaos flamencos. En 1931 descubre su melodiosa voz y decide dedicarse al cante flamenco. Triunfa en Valencia y en Madrid. Hace inmortales temas como El día que nací yo, Triniá , Te lo juro yo, La Bien Pagá y Ojos Verdes. Arrasa en El Café de Oriente de Barcelona. Se convierte en un imprescindible de la Copla.
Durante la Guerra Civil actúa para las tropas republicanas. Perseguido por el franquismo tiene que actuar, para sobrevivir, por el diez por ciento de lo que cobraba antes.
Perseguido y torturado por los esbirros del Conde de Mayalde - Jerifalte franquista, homosexual al que había rechazado en el pasado - tiene que huir de España.
En 1942 llega a Buenos Aires y rueda Luces de Candilejas y Esta es mi Vida.
Presionado, por su condición sexual, para que abandone Argentina, acude a Eva Perón. Todo cambia y le llueven los contratos.
En 1957 vuelve, por poco tiempo, a España. Se va a vivir a Nueva York.
En 1982 dona sus bienes a la Argentina durante el conflicto de Las Malvinas. Se niega a conceder entrevistas a medios españoles.
Diez años más tarde, en plena etapa democrática el gobierno socialista le nombra Caballero de la Orden de Isabel la Católica.
Murió a los 86 años en Argentina, lejos de España. Establecida la democracia se le ofreció volver. No quiso. España se había convertido en un territorio extraño para él. Una España que lo expulsó y que, seguramente, no se lo merecía.