miércoles, 11 de marzo de 2015

ZAIDA

 Zaida, la Comandante Cantero, abrió su armario. Allí estaba su uniforme. Un uniforme que había vestido con tanto honor y que otros habían mancillado.
 Y no sólo el coronel acosador y el general encubridor. Los compañeros - por llamarlos de alguna forma, también habían contribuido - con su silencio cómplice, a ello.
 Y Zaida recordó. Recordo a aquella niña que contemplaba a su padre - de uniforme - con respeto y admiración. Y recordó que, un día, aquella chica, vistió aquel uniforme por primera vez.
 Ya era militar. Y lo era a pesar de las advertencias de su padre. Las cosas habían cambiado, se dijo.
 Pero se encontró con que no era así. Se encontró con una institución destruída por el machismo y el corporativismo. Una institución en la que la lealtad brillaba por su ausencia. Y el honor....., tan mentado por el poeta soldado ( el honor es patrimonio del alma. Y el alma sólo es de Dios ) el honor no iba con el uniforme. Por eso surgió - tenía que surgir - un coronel impunemente acosador. Y los demás la habían dejado sola. Desde sus compañeros hasta su jefe supremo ; el Rey Felipe VI,  Capitán General y Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas.
 Entre todos habían conseguido frustrar la vocación militar de Zaida ( Quizás la último soldado )
 Por eso no pudo evitar el llanto. Un llanto compulsivo d dolor y frustración. Un llanto solitario.
 Un llanto que surgió, a la vista de aquel uniforme, cuando se dió cuenta de que ya no lo sentía como suyo. Zaida siempre se sentiría militar - eso no podían quitárselo - pero no quería volver a vestir ese uniforme. Un uniforme que otros habían cubierto de ignominia



                     

                             

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