CHINDITS AVANZANZANDO
Me puse a trabajar en los legajos, todavía sin informatizar, todo eran fechas, regimientos de procedencia y lugares del fallecimiento. Poco iba a sacar. Después de unas horas de agotadora recopilación tuve que salir al exterior y entonces lo ví.
Al final de una de las larguìsimas filas de làpidas. Estaba sentado en una pobre y destartalada banqueta de mimbre. Era mayor, muy mayor. Mayor no es la palabra. Era viejo, como un fantasma de otro tiempo. Conforme me acercaba a èl podìa verlo mejor:
Gorro chindit, de influencia australiana, de ala ancha con una de ellas recogida sobre la copa y sujeta por el escudo regimental, en su caso el Regimiento King´s Liverpool, además vestia una chaqueta de algodón que alguna vez habia sido blanca y unos pantalones chinos. Pude observar, cuando se volvió al oír mis pasos varias condecoraciones en su raída chaqueta, entre ellas una medalla de la India, una Estrella de Birmania, una medalla de Guerra y sobre todo ¡una Cruz Militar!, la segunda medalla mas importante del Imperio. Se dedicaba con sumo cuidado a regar las parcelas de las tumbas y parecía que hablaba con ellas. A mis preguntas no respondiò, tan solo cuando escuchò la palabra “Chindit” dejò escapar un gruñido entre dientes para decir, :Hace mucho de eso. ¡Y tanto!. Aquel tipo diva tener cerca de noventa años. Ante su actitud desistì y en mi camino de vuelta me encontrè con el director del cementerio. Me dijo que no sabía quien era aquel tipo, que ya estaba allì cuando èl fue nombrado, que le suponía chindit pero que no hablaba. Tenía una habitación en el pueblo y pasaba el dia en el cementerio sin otra cosa que cuidar las tumbas. El director me dio a entender que lo dejaban estar porque les hacía el trabajo sucio.
En fín, después de aquella extraña visita seguì mi periplo por Birmania. Visitè las bases de los Chindits : “Picadilly”, “Broadway” y “Chowringhee”. Todas ocultas por la vegetación, devoradas por el tiempo. ¿A ver si mi jefe iba a tener razón?, ¿Habrìa sacado más en Internet?.
Y llegò el dia anterior a mi partida. Me iba a quedar en el hotel ahogando mi frustración en alcohol y fabulando una historia para mis colegas cuando recibí una llamada del director del cementerio. El viejo “Chindit” había muerto y el Director del camposanto quería hablar conmigo.
Mi destartalado 2CV me llevò en minutos y en el despacho del director este me esperaba. -Ha muerto ayer- me dijo-. Me han traído sus cosas y como no diò señas ni referencias familiares, pensé que podrìa interesarle echar un vistazo, sonrió cinicamente.
- ¿Lo enterrarán aquì?
- Si claro, tenemos sitio y creo que lo merecía
- Por favor, háganlos con sus condecoraciones. Le entreguè unos dòlares
- De acuerdo.
- Y con su sombrero, repuse
Sus mìseras pertenencias no tenían valor. Lo ùnico que me llamò la atención fue el fajo de octavillas viejas del cementerio, de los años 50 que se entregaban a los todavía asiduos visitantes. Estaba escritas por la parte de atrás
-Parece que cuentan una historia, para un historiador- sonriò entre dientes el desagradable director
-¿Cuánto?, dije
- Eso mismo, señalo al fajo de billetes que tenia en la mano
- Es usted un………. ¡Està bien!. La sanguijuela habia notado mi interés por el manuscrito
Paguè y me fuì y esa misma noche (debìa embarcar a las seis de la mañana me puse a leer)
“Me llamo John Goldmann y pronto voy a morir. Nací en Liverpool en 1923 y voy a contar mi historia por aquellos que ya no pueden hacerlo……………..”
Asì empezaba la increíble aventura de este estibador que al cumplir 18 años se alistó en el “Kings Liverpool Regiment” , en su 13er Batallón. En diciembre de 1941 embarcaron para la India y se agregaron a la 77ª Brigada. Y el 8 de Febrero de 1943 entraron en Birmania para operar tras las lineas japonesas. Después de 3 meses de sabotajes regresaron a las lineas británicas. De los 3.000 hombre iniciales volvieron 2.000 y 600 de ellos heridos o enfermos. Uno es, el autor, herido y enfermo de malaria. Tardó en recuperarse 6 meses pero volvió a pedir voluntario para los “Chindits”, donde estaban sus amigos. Esta vez iria bajo el mando de Mike Calvert, “Mike el loco” que después de la guerra fundaria el S.A.S. y tuvo que dejar el ejèrcito por un escándalo homosexual. El autor hablaba de èl con autèntica veneraciòn
La 77ª volviò a entrar, esta vez por via aèrea, en Birmania y combatió entre Febrero y Agosto de 1944. Sufrieron un 50% de bajas y John volviò a resultar herido y su malaria se agravò. No pudo ser repatriado hasta febrero de 1945 y la victoria le sorprendiò en el hospital de veteranos de Liverpool.
Poco a poco se repuso. Le ofrecieron un puesto de conserje en el Ayuntamiento, pues no podìa con el trabajo de estibador. Se caso, pero pasados unos años los fantasmas de la jungla comenzaron a visitarle. Los rostros de los amigos que quedaron atrás se le aparecían. Su matrimonio fracasó y con 40 años se jubiló por causas de salud. Entonces, en 1963 visitó, armándose de valor, Birmania, y los dias que visitò el cementerio fueron los primeros en que pudo dormir bien. Fue cuando tomó la decisión.
Domicilió su pensión en Rangoon y se traslado para cuidar a “los viejos camaradas”.
Ahora, por fin, se habia reunido con ellos. Recordaba divertido como los turistas se le quedaban mirando cuando, mientras cuidaba las tumbas, silbaba alegremente “It`s a Long Way To Tipperary”
Sería un buen guión para una película.
ResponderEliminarSaludos