Pues me voy!!. Y no volverás a verme !!.
La discusión se les había ido de las manos.
Empezó por una tontería y fue subiendo de tono hasta llegar hasta ese punto de no retorno.
Ella no tuvo valor para detenerse. Él no tuvo coraje para pedirle perdón y retenerla.
Ella se vistió rápida, frenéticamente. La pasión, diríase, se convirtió en rabia.
No se tocaron. Si lo hubieran hecho volverían a quererse , a desearse; lo sabían. Pero eran demasiado orgullosos para admitirlo.
Cuando ella se fue, dando un portazo, el sintió una punzada en el pecho.
Al principio no le dio importancia. Pero aquello aumentó. Aumentó hasta tal punto que no le dejaba respirar. Intentó alargar una mano como para tocar su calor en las sábanas; su recuerdo. No podía moverse. Ni siquiera para coger el teléfono, llamarla al móvil y despedirse de ella. Porque se dio cuenta. Era verdad: No volvería a verla. Luego cedió el dolor y llegó la oscuridad.
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