lunes, 29 de julio de 2019
JUNTO AL OLIVO
Fue el verano ( o la primavera - verano,( no recuerdo bien ) del 2.012.
No hacía mucho que me habían abierto la cabeza para detener la hemorragia cerebral que estuvo a punto de matarme.
Pronto empecé la fisioterapia que nunca, desde entonces, he abandonado. Eso ocupaba mis mañanas.
Por las tardes - en el CHUAC o en su residencia ( tengo aquel tiempo confuso ) recibía la visita de mi Sirena.
Allí salíamos a pasear.
Recuerdo que en aquel jardín había un solitario olivo. Junto a él encontramos a un chico y a su padre.
El chaval había sido víctima del atropello por parte de un desaprensivo que lo había dejado en coma.
El padre lo llevaba a tomar el sol.
Jamás vi un despliegue de valor y de cariño como los de aquel padre ( excepto los de mi Sirena hacia mí ).
El coraje de aquel padre , ante la adversidad, hacen palidecer las más osadas hazañas en la historia de la guerra. Su coraje - sólo comparable al de mi Sirena - conmueve al más frío de los hombres. Demuestra que para ser un héroe no es necesario empuñar un arma.
Aprendí mucho de este espartano y de su abnegada esposa. Con el tiempo me mandaron a Bóveda y luego a Ferrol. Pero siempre conmigo el recuerdo de aquel amigo ( me siento honrado al usar esa palabra ) que, junto con el de mi Sirena, cambió mi vida.
Por ella sé de él. Le deseo lo que se merece : lo mejor.
A veces tengo un mal día y me busco un refugio seguro. Mi refugió está junto a ellos. Junto al olivo.
Porque, como dice el Maestro Pérez - Reverte, hay lugares de los que nunca se vuelve. El mío sigue junto a ese olivo.
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