martes, 9 de julio de 2019

CORCOVADO, GILBERTO Y YO


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                          Estaba a punto de quedarme dormido en mi hamaca de Ipanema.
 El sol desafiaba al Monte Corcovado - a mis espaldas - y el sol atacaba el mar y, sin piedad.a mi Caipirinha que resistía heroicamente, con hielo, en mi mano.
 Mi toalla, conmigo encima, ocultaba ( y protegía ) a mi móvil, convertido, al efecto, en un reproductor me música que escuchaba por los auriculares. Estos - como mi piel - resistían como podían al implacable dios del cielo brasileiro.
 Mis oídos eran adormecidos por la maravillosa música de Getz - Gilberto dedicada al Monte que contemplaba, imperturbable, mi deshidratación.
 Estaba a punto de fallecer de un golpe de calor cuando una bella mulata vino hacia mí y me espabiló sacudiéndome el brazo.Me había quedado dormido
 Entonces ocurrió. La playa de Ipanema se convirtió en mi cafetería preferida de Ferrol, el Lusitania , en la Calle Real. La mulata en el dueño y camarero, mi amigo Antón ( que me cae muy bien pero no es lo mismo ) El Corcovado en una pared y el sol en una simple lámpara. También la caipirinha se transmutó en un triste té con hielo.
 Lo único que permanecía allí era el célebre tema de Gilberto y Getz . Lo demás había sido un sueño. Un sueño provocado, sin duda, por el maravilloso tema Corcovado y la maravillosa voz de Astrud Gilberto. Una melodía que siempre me transporta a la playa a los pies de El Corcovado

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