martes, 28 de agosto de 2018

UNA NOCHE EN IPANEMA


Lo recordaron siempre, mientras vivieron. Fue en una habitación fría y húmeda. Estaban en Invierno.
 Ella estaba allí, desnuda. Espléndida sobre la cama. Su carne temblaba bajo las caricias y los besos  de él. Respondía, en la penumbra, con la misma pasión  que le dedicaba. Fue un explorador en un territorio desconocido, maravilloso. Tuvo hambre y sed de ella y las sació.
 En la oscuridad adivinó su sonrisa satisfecha. Hasta él llegaron sus gemidos dulces y salvajes de ella .
 Ella le respondió regalándole un placer sorprendente, ignoto. También él descubió el mar entre las piernas de ella. Allí se bañó, en una playa tropical
 Ninguno durmió, a pesar de estar agotados. La urgencia sensual se lo impidió.. En un momento descansaron. Ella se apoyó en el hombro de él y lo miró. Él se dio cuenta de que esa mirada era distinta. Ninguna lo había mirado así y ninguna volvería a hacerlo. Y se enamoró
 Llegó la mañana; el maldito alba. Ella se levantó para vestirse. Él, entonces, se dio cuenta de que la Bossa Nova vivía en aquellas caderas .Desayunaron sin hablar y sin dejar de mirarse. Únicamente dijo ella:  Esto hay que repetirlo y le entregó un papel con un número de móvil. Después la acompañó al bus. Ella subió y se colocó atrás.
 En el último momento se giró y le sonrió. Y volvieron  a hacer el amor. Ahora vestidos, sin tocarse, sólo con la mirada, a distancia y sin que nadie se percatase. Entonces él se dio cuenta de que siempre viviría allí. De que nunca volvería de sus ojos ni de sus caderas. De Ipanema  .Porque hay lugares de los que no se vuelve.  Y esto comenzó a sonar dentro de su cabeza



                             

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