Estaba subiendo al palo mayor. Los gavieros ya estaban en sus puestos. Los Infantes de Marina, animados por los toques de tambor, se aprestaban al combate. La dotación de artilleros preparaban, a toda velocidad, las piezas. El Capitán escupía, decidido, órdenes. Yo, a la altura a la que me encontraba, no podía oírlas. Pero eran efectivas. Sin duda. La actitud de la tripulación - de ciega obediencia - así lo mostraba. Los oficiales las transmitían a sus divisiones y los guardiamarinas a sus brigadas. Un compañero esparcía serrín por cubierta para secar la sangre que, pronto, la mojaría.
Estábamos a Barlovento del enemigo. Buena posición para combatir , gracias, seguramente, a la pericia naval de nuestro capitán. Estábamos a tocapenoles con nuestro enemigo ( inglés, por supuesto, cuando sonó el primer cañonazo.
De repente desperté. Estaba frente a numerosas maquetas de veleros.... ¡ Me había quedado dormido durante mi visita a la Exponav de Ferrol.
Allí, una atenta recepcionista amiga, me había advertido al entrar : tienes arriba una exposición de maquetas de veleros. Te gustará. Y me gustó
Aquella visita me llevó a dos reflexiones:
- Tendría que dormir más por la noche.
- Tendría que tener más cuidado con mi obsesión por los veleros. Empezaba a ser preocupante. Ya veríamos el próximo domingo
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