allí de pronto estuvo sentada en los ladrillos,
viejas flores del mar cubrían su cabeza,
viejas flores del mar cubrían su cabeza,
su mirada tenía tristeza de raíces.
Allí quedó mirando nuestras vidas abiertas,
Allí quedó mirando nuestras vidas abiertas,
el ir y ser y andar y volver por la tierra,
el día destiñendo sus pétalos graduales.
Vigilaba sin vernos la niña de madera.
La niña coronada por las antiguas olas,
allí miraba con sus ojos derrotados:
sabía que vivimos en una red remota
de tiempo y agua y olas y sonidos y lluvia,
sin saber si existimos o si somos su sueño.
Esta es la historia de la muchacha de madera
Mascaròn de Proa de la antigua Fragata Asturias ( actualmente en el Museo Naval de Ferrol ) |
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