El Almirante no podía dormir. Y eso que estaba agotado.
Desde que presentó, a la Reina Isabel de Castilla, el proyecto de llegar a La India por el Oeste, por mar. no había tenido un día de calma.
La Reina había aceptado enseguida el atrevido plan de aquel marino.
La Corona de Castilla necesitaba las riquezas de La India. La guerra con Granada y la unión de los Reinos de Castilla y Aragón había dejado vacias las arcas reales.
Por eso dió, la Reina, el visto bueno al proyecto. Firmó las capitulaciones de Santa Fe.
Enseguida se armaron tres carabelas - La Pinta, La Niña y la Santa María.
50 hombres fueron alistados.
A principios de Agosto abandonaron el puerto de Palos. Aprovisionándose, más tarde, en Canarias, se dirigieron al Oeste.
El viaje estaba siendo mucho más largo de lo previsto por el marino. Este había tenido que sofocar, in extremis, un motín de la tripulación - hambrienta, sedienta y agotada -.
El almirante no sabía cuando sería el próximo. Él mismo estaba harto. No podía más. Pero...¿ Donde diablos estaba La India ? ¡ Tenía que estar ahí !
El estado de duermevela le agobiaba más. Tenía que dormir, ya pasaba mucho tiempo desde la medianoche.
Cuando el Almirante estaba a punto de quedarse dormido, una potente voz - la del gallego Pedro de Lope - terminó de despertarle: ¡Tierra a la vistaaa!
Las carabelas habían llegado a América.
La fecha pasaría a la historia: 12 de Octubre de 1492.
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