Sabía que tenía que volver a Coruña. Volví y ocurrió. Surgieron de las aguas que bañan la bahía de La Coruña. Aparecieron radiantes. Radiantes y muy sonrientes.
Me prguntaron como me iba. Creo que ya lo sabían. Pero lo que me llamó la atención fué el tono cariñoso, tierno, de su pregunta. Pasaron la tarde conmigo y me dieron ánimos. Animos muy necesarios para aguantar otra temporada.
De esa visita quedò un bello recuerdo. Un bello recuerdo que me ayudará en los malos momentos.
Además, aquí, he hecho dos amigos nuevos : uno se llama Toño y otro Luis. Son dos muy buenos camareros de la cafetería de la estación de ADIF de La Coruña. Y dos grandes tipos. Ellos, y sobre todo mis sirenas, han hecho esta estancia deliciosa
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