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| Molino de Xuvia |
Aquel sábado amaneció caluroso. Leo se dispuso a pasarlo fuera. Se levantó (lo levantaron) y salió. Estaba harto de ir a los sitios de costumbre. Ya se sentía un extraño en Ferrol. Una amiga le aconsejó que visitase el rehabilitado Molino de Xuvia, un molino de agua que produjo harina para la Marina en el siglo XVIII y parte del XIX.
Allá se fue en taxi. El viaje no fue barato pues se desplazó en taxi adaptado y el molino no está en el mismo Ferrol, sino en la vecina villa de Narón.
Las instalaciones seguían en el mismo lugar donde habían sido construidas por un avispado comerciante francés siglos atrás, Jean de Lestache. El lugar era atendido por dos simpáticas guías de turismo. Una lo acompañó por todas las estancias, explicándole las historias relacionadas con el molino y su dueño, que se remontaban a más de dos siglos atrás, en plena época borbónica.
Comenzó por hablarle a Leo de Filón de Bizancio, un estudioso, inventor griego del siglo III experto en mecánica, matemática, hidráulica y neumática. Fue el creador de magníficos puertos, increíbles máquinas de guerra y asombrosos dispositivos que funcionaban por presión del aire o del agua. Inventó la cadena, el muelle, la ballesta automática, el termómetro e incluso el primer molino de agua que marcaría la vida de Lestache.
Felipe V había decidido establecer su escuadra en la ciudad de Ferrol, un pueblo antes marinero que no contaba más que con doscientos cincuenta vecinos.
Esta decisión convirtió a Ferrol en uno de los lugares más poblados del Reino de Galicia. En 1778 ya tenía treinta mil habitantes y a finales de ese siglo cuarenta mil. No era fácil dar de comer a todos ellos. Además, el bloqueo llevado a cabo por la Royal Navy complicaba aún más el abastecimiento de los vecinos y de las dotaciones de los barcos allí resguardados.
Durante los reinados de Fernando VI y Carlos III comenzaron a llegar a Ferrol muchos empresarios atraídos por la creciente actividad económica de la ciudad naval, entre ellos Jean de Lestache. Había nacido en Vienne (Francia) en 1742 y había sido introducido en el mundo del comercio de harinas por su padre. Con 25 años zarpó de Burdeos en un barco de transporte que lo trasladaría a Ferrol, ciudad que encontró en plena efervescencia por la construcción de nuevos barrios como el de la Magdalena o Esteiro. Aquí decidió establecerse para dedicarse a la importación de cereales, harinas y cualquier otro artículo necesario para la pujante ciudad naval.
En Ferrol se casó con una vecina de Neda, a donde trasladó su residencia, y vio la necesidad de alimentar a toda la población que no paraba de crecer. Se asoció con el emprendedor francés Francisco Bucau y compró varias parcelas a orillas del Río Grande de Xuvia, donde construyó cuatro grandes molinos de harina tomando como modelo los que había visto de joven en Francia. Estos comenzaron a funcionar en 1775. Así nació la Real Fábrica de Harinas de Xuvia, haciendo de Ferrol la capital harinera de España.
La fábrica de Xuvia estaba formada por tres edificios unidos por un patio central. Los molinos construidos directamente sobre el río y un gran almacén con capacidad para abastecer a toda la comarca. También disponía de muelle propio para traer grano y llevar la harina ya preparada. Y una casa en la que vivía el propio Lestache y su familia y donde tenía su despacho...
Leo se fijó en el despacho original del empresario. Le llamó la atención que desde una ventana pudiera ver el río Jubia y desde la otra el agua de la ría.
Pero lo que más le gustó fue el retrato del empresario luciendo una amplia sonrisa...
Subió a la planta superior y continuó con la visita. Al terminar cogió el ascensor para bajar y este se paró en seco. Las chicas se alarmaron aún más que él y llamaron inmediatamente al técnico. Apareció en unos pocos minutos y con dificultades consiguió arreglar el ascensor. Leo pudo salir al fin, un tanto sofocado del encierro.
A todo esto ya era la hora de comer y Leo se despidió. Al salir, sin saber cómo, se volvió a fijar en el retrato. Estaba igual solo que... ahora su expresión era furiosa, amenazadora.
Otros datos de interés:
Los molinos funcionaban como los tradicionales pero contaban con innovaciones, como muelas de piedra o maquinaria para limpiar o cribar el trigo de manera semiautomática. Su situación era la adecuada para la producción y el transporte, ya que permitía aprovisionarse de grano por tierra y mar y enviar luego la harina a los hornos de pan de la comarca y al puerto de Ferrol.
Lestache llegó a contar con una flota propia de transporte de donde traía el grano a Burdeus, San Petersburgo, Londres y Filadelfia, así como también el cuero de Argentina, vino desde Francia, bacalao de Noruega y lino de Rusia. En 1786 Lestache compró su parte a su socio y se quedó con todo el negocio, que producía anualmente tres mil toneladas de trigo, lo que le permitía abastecer a toda la ciudad de Ferrol. Y, por ende, paliar la escasez producida por los sucesivos bloqueos ingleses. Además el excedente de producción permitía la venta y exportación a otros países, sobre todo en América.
Lestache tuvo un gran éxito que le permitió establecer en el otro margen del río una fábrica de papel 3n 1787 y dos años después una fábrica de curtidos. En mayo de 1802 Lestache murió en su casa de Ferrol, siendo enterrado en la iglesia parroquial de San Julián. Tres años después su viuda e hija recibieron el escudo de armas para la fábrica que sería conocida para siempre como la Real Fábrica de Harinas de Xuvia.
La fábrica de Lestache no fue una industria más, fue vital para que miles de ferrolanos no murieran de hambre y fue imprescindible para el crecimiento de Ferrol, teniendo así un papel destacado en la historia.
Entre 2002 y 2009 el ayuntamiento de Narón compró los molinos y se encargó de su conservación y restauración. Ahora se pueden visitar como yo he hecho. Sin ellos la historia de Ferrol no se comprendería.





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