En la sierra cordobesa hay un lugar que despierta la admiración de cordobeses y visitantes. Es su monumento al Sagrado Corazón de Jesús, situado en las ermitas de Córdoba (lugar del que ya os hablé en otras entradas).
Esta devoción fue favorecida por la iglesia a partir de la segunda mitad del siglo XIX para luchar contra el laicismo y el materialismo que se vivía en la sociedad de la época. Se recordaba así el gran amor representado por el Corazón de Jesús.
En Francia fueron los primeros en adoptar esta devoción, con la construcción de la basílica del Sacre Coeur iniciada en 1875. En España y América del Sur fue, sin embargo, donde tuvo más éxito: las familias ponían placas en las puertas e imágenes en el salón de sus casas. En muchas ciudades se erigieron estatuas desde 1919 hasta 2011: Cerro de los Ángeles, Getafe, Jerez de la Frontera, Murcia, Bilbao, Córdoba, Palencia, Barcelona, Rio de Janeiro, Tucumán, Priego de Córdoba, Lucena, Sevilla, San Sebastián, Cali, Cuenca, Lisboa, Guayaquil o Lima entre otras.
Córdoba fue una de la primeras. Desde que llegaran los jesuitas a San Hipólito en 1878 la devoción al Sagrado Corazón estaba muy arraigada. En 1925, en una visita al papa Pío XI del obispo Pérez Muñoz, se dio el visto bueno y se escogió la ubicación en las ermitas de Córdoba en lo alto de la sierra cordobesa, siguiendo el ejemplo de otros lugares en el mundo.
El escultor fue Lorenzo Coullaut Valera, que realizó un Jesús mostrando su corazón. La bendición tuvo lugar el 24 de octubre de 1929 ante un numeroso gentío. En el pedestal se puede leer el siguiente texto: "Corazón de Jesús manso y humilde, víctima de amor a los hombres, arcano insondable de sabiduría, fuente de misericordia." Sobrevivió a la Guerra Civil, no como otros que fueron destruidos en la contienda.
Es lugar de peregrinaje de muchos cordobeses y turistas, que suben a admirarlo y a contemplar las impresionantes vistas desde la esplanada a sus pies.
Aunque no soy creyente, a los pies de esta estatua sentí algo muy especial. Muy profundo y fuerte. Por eso hice la foto. Algo que concentró, en un instante, lo que había sentido en mi visita a las ermitas de Córdoba.
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