miércoles, 16 de julio de 2025

EL MARINERO DEL ELCANO


El buque escuela Juan Sebastián de Elcano recalaba en Ferrol antes de volver a Marín. Era una buena oportunidad de visitarlo, aunque solo fuera el exterior ya que la pasarela no estaba diseñada para el paso de sillas de ruedas eléctricas como la mía.

Fui por la tarde y me encontré con una cola enorme para acceder al barco. Con poca vergüenza me acerqué a un puesto de control de la Policía Nacional y les dije:

- Buenas tardes, agentes. Venía solo a hacer unas fotos del barco. Si me dejaran colarme...

Con más miedo que vergüenza seguí sus indicaciones para ir por otro lado:

- Vaya por ahí. Pero nosotros no le permitimos colarse.

Cuando estaba frente al gigante blanco el tiempo se paró y sentí ganas de inmortalizar el momento. Me di cuenta de que anochecía sobre el puerto de Ferrol. Una voz me sacó de mi ensoñación:

- Es bonito, ¿verdad? Los que navegamos en él no lo apreciamos adecuadamente. ¿Te gusta? Por cierto, me llamo Alberto.

Miré a mi lado y vi a un tipo joven, vestido con el uniforme de la Marina. Me extrañó su palidez, aunque la achaqué al contraste con su uniforme azul marino y a la iluminación artificial. Ya se había hecho de noche.

- Supongo que querrás hacer fotos -dijo señalando mi cámara-. Acompáñame y te voy contando la historia del Elcano.

Así lo hice y me fue desgranando la vida del Barco Blanco.

- Bueno, ahora tengo que irme.

Me sorprendió que no me diera la mano al despedirse.


Al salir, un policía (el mismo que me había colado) me llamó:

- No vuelvas a hacerme esto. Me jugué mucho colándote porque me dijiste que saldrías enseguida.

Le pedí perdón y le dije que me había entretenido un marinero con el que había estado hablando.

- ¿Qué marinero? ¡¡Has estado solo!! No te he quitado el ojo de encima.

Esta afirmación me dejó intrigado. Decidí escribir a la Escuela Naval para preguntar por el marinero Alberto. Me contestaron: no tenían constancia de su existencia. 

Me remitieron al Estado Mayor de la Armada y de allí al Instituto de Historia Naval. Da la casualidad de que allí tenía un amigo que conocí cuando estaba en el Museo Naval de Ferrol. Tras muchas investigaciones me informó de que no existía ningún Alberto en la dotación del barco en aquel momento... 

Pero había habido uno. Este había caído al mar durante una galerna en un crucero de instrucción. Su cadáver nunca fue encontrado.

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