De repente, paseando por los Jardines de Méndez Núñez en La Coruña, me encontré con la estatua de la célebre autora coruñesa Emilia Pardo Bazán, con la que la ciudad quiso honrar en 1916 a una de sus figuras más importantes y que la propia escritora aceptó como culminación de su carrera. Los coruñeses estamos orgullosos de ella.
Nacida en 1851, la Condesa de Pardo Bazán fue periodista y novelista. También crítica literaria y ensayista. Fue una escritora naturalista, corriente que impulsó en España, frente al romanticismo.
Pionera en reivindicar los derechos de las mujeres, fue una de las primeras feministas de verdad, reclamando la instrucción femenina y el acceso a todos los niveles educativos. Su padre, de mentalidad liberal, le había dado una educación moderna para su época, especialmente en humanidades e idiomas. A pesar de no poder asistir a la universidad por ser mujer, aprendió ciencia y filosofía a través de los libros y de las conversaciones con los amigos de su padre.
Hizo famosa a La Coruña como Marineda, a raíz de la descripción costumbrista y de denuncia social de las condiciones de trabajo de las cigarreras herculinas en su novela "La tribuna", de 1883. Es la primera novela en España que incorpora al proletariado como protagonista.
En 1886 publicó la legendaria "Los Pazos de Ulloa", en la que describe la decadencia del mundo rural gallego y de la aristocracia terrateniente, que ha perdido su liderazgo social.
En una visita a París en 1899 dio una conferencia titulada La espada de ayer y la de hoy, en la que acuñó el término de Leyenda Negra en referencia a los relatos históricos españoles, tanto domésticos como extranjeros, que menoscaban y oscurecen falsamente la imagen de España en la historia.
Construyó el Pazo de Meirás tal como lo conocemos hoy, al que se refería como la Granja de Meirás ya que hasta entonces era propiedad de su padre y se dedicaba completamente a la producción agropecuaria. Ella lo remodeló y lo convirtió en su gran biblioteca. Residía allí durante varios meses al año, trabajando en una de las torres, que llamó "de la quimera".
Mujer de carácter, tuvo una relación tormentosa con Benito Pérez Galdós. Inicialmente la relación era puramente literaria, pero tras la separación amistosa de Emilia y su marido mantuvieron un romance durante casi veinte años. Aunque dejaron de ser amantes continuaron siendo muy cercanos hasta el final de sus vidas.
Murió en Madrid en 1921 por una complicación de la diabetes que sufría.

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