Cinco días llevaba en Pozoblanco y estaba aún perdido, recorriéndola e intentando crear un plano de la localidad para conseguir ubicarme. No es muy grande y, como voy en silla, esperaba conseguirlo rápido. Y aquella calurosa tarde, de pronto, durante uno de mis paseos de reconocimiento me encontré con esta plaza y esta escultura.
No sabía quién era el personaje del busto, pero cuatro enormes bolas llamaron mi atención. Y me acerqué a preguntar a un lugareño.
- Un vecino ilustre de Pozoblanco. El de las bolas, le llamamos aquí.
El de las bolas resultó ser Juan Ginés de Sepúlveda, sacerdote católico nacido en 1490, filósofo, jurista e historiador, conocido por su oposición a fray Bartolomé de las Casas durante la llamada Controversia o Junta de Valladolid (1550-1551), en la que afirmaba la necesidad de la guerra contra los indígenas para lograr su conversión. Sepúlveda era profundo defensor del derecho de conquista, de la colonización, de la conversión forzada y de la esclavitud virreinal.
Nació en Pozoblanco y cursó estudios primero en Córdoba y desde 1510 en la recién creada Universidad de Alcalá de Henares, donde se tituló en Artes y Teología. Marchó después a Bolonia, consiguiendo el doctorado en ambas disciplinas. Allí comenzó a destacar por su erudición en lenguas clásicas. Conoció a importantes personajes de la época, como Alberto Pío -príncipe de Capri-, Julio de Médicis y Adriano VI.
Tradujo la Política de Aristóteles, en la que este defiende el sometimiento de las culturas inferiores, lo que influyó en la posición de Sepúlveda acerca de la legitimidad de la conquista de América para infundir en los indios una cultura superior y cristiana.
Más tarde, ya en Nápoles, revisó el texto en griego del Nuevo Testamento. En Génova conoció a Carlos V y quedó el emperador tan impresionado con él que lo nombró su cronista. Se mostró contrario a las reformas de Erasmo de Róterdam y de Lutero.
Regresó a España y fue nombrado preceptor del que luego sería Felipe II. El obispo de Segovia, Antonio Ramírez de Haro, hizo condenar la obra en que se sustentaban sus doctrinas sobre la conversión de infieles por la Universidad de Salamanca y Alcalá y entonces Juan Ginés de Sepúlveda se retiró a su Pozoblanco natal. Allí se dedicó a escribir obras históricas, ganando por ello gran reputación, aunque posteriormente desprestigiada y manipulada por movimientos presuntamente indigenistas, fuente de actuales tiranías. Falleció en Pozoblanco allí en 1573.
Ginés de Sepúlveda se ha ganado un lugar en la Leyenda negra española (difundida especialmente por Inglaterra contra España por sus intereses en América), en la que es visto como una persona reprobable que legitimaba la explotación de los pueblos indígenas americanos por la conquista española. Esto no es así realmente.
Sepúlveda defendía el derecho de conquista de unos pueblos a someter a otros por su civilización superior, pero para evangelizarlos y elevarlos a su misma altura, ya que eran pueblos sin civilizar, con sus costumbres caníbales y sacrificios humanos, por su inferioridad cultural y para evitar guerras entre ellos. Según él la conquista española era una acción legítima según el Derecho natural.
No defendía la esclavitud, como también se dice, sino que para Ginés los indígenas estarían sujetos a servidumbre para poder asimilar los valores y principios religiosos de un pueblo superior en una especie de tutela. Esta mirada indicaba poco aprecio por la cultura indígena, pero no justificaba ni la explotación ni los abusos contra la población sometida.
Por su parte, Bartolomé de las Casas defendía la igualdad del ser humano al margen de cualquier posición política y la necesidad de que los españoles abandonaran América, limitándose a enviar predicadores para evangelizar, sin apoyo militar alguno.
Estas dos posiciones contrarias condujeron a la celebración de una reunión de teólogos en Valladolid (conocida como Junta de Valladolid o la Controversia) en 1550 para solucionar esta disputa. No hubo resolución final y cada uno de los contrincantes se consideró vencedor.